Una reflexión de cómo la hipocresía y la demagogia se han convertido en el catecismo de la nueva política

La Fundación del Español Urgente (FundéuRAE) ha escogido “polarización” como palabra del año 2023. Yo subiría al pódium otras dos: hipocresía y demagogia. Dos términos que definen tanto o más el momento que estamos viviendo como la escogida por la FundéuRAE. Y a recientes pruebas me remito.

He de reconocer que no me parecieron afortunadas las palabras de la exalcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola, cuando dijo que antes de gobernar con Bildu prefería fregar escaleras. Pero la maquinaria de demagogia e hipocresía que se ha puesto en marcha a raíz de esas declaraciones es un absoluto sin sentido. De repente, hasta de debajo de las piedras ha salido salvadores de la dignidad de estas trabajadoras. Como si su dignidad dependiese de eso. No señores, su dignidad depende fundamentalmente de poder desarrollar su trabajo -esencial lo definíamos durante la pandemia, pero ya parece que se nos ha olvidado- en unas condiciones honestas, saludables y justas.

Al final, todos esos que tanto hablan y que son los que realmente pueden arreglar las cosas, acaban por no hacer nada más que vociferar.

Veo como muchos socialistas han puesto el grito en el cielo porque las palabras de la exalcaldesa denigran a estas trabajadoras. Lo que en verdad las denigra es tener que desarrollar su trabajo en unas condiciones deplorables y con sus derechos restringidos. Por eso hay que predicar con el ejemplo. ¿Y qué ha hecho el PSOE en cinco años para resolverlo? Absolutamente nada. Si de verdad tanto le preocupan las limpiadoras, podrían empezar por equiparar a las trabajadoras que desempeñan esta labor en los hospitales, centros de enseñanza y otros centros oficiales con el resto de los trabajadores públicos. Pero no es así. Mientras los médicos, profesores o funcionarios administrativos son trabajadores públicos, las limpiadoras que allí trabajan están contratadas por empresas auxiliares, con todo lo que ello conlleva de desigualdad en cuanto a condiciones económicas, derechos, seguridad, etc.

Al final, como tantas veces ocurre -y no quiero recrearme en el caso Echenique-, todo esos que tanto hablan y que son los que realmente pueden arreglar las cosas, acaban por no hacer nada más que vociferar. Hipocresía y demagogia, una vez más.
Como cuando nos hablan del escudo social. ¿El escudo de qué? Si lo primero que ya ha anunciado este Gobierno para el año que viene es una subida de la electricidad. No hay nada más social que la energía. Lo mismo la necesita el jubilado para calentar su casa, que una familia para hacer la comida, el tendero para abrir su negocio o el médico para enchufar una máquina oncológica. Pues prepárense para pagar más por todo ello.

También pagarán más por los peajes, todo un clásico de la Navidad. Y es entonces cuando más lamentamos la oportunidad que perdió el BNG de imponer como condición la gratuidad de nuestras autopistas, en aquel pacto de investidura. Si bien, seguramente, aunque se lo hubiesen prometido, tampoco se habría cumplido. ¿Como está la ilegal ampliación de la prórroga de la AP9? Mientras, se muere nuestra gente en las vías secundarías. 

Pero no se preocupen, “España va como una moto”, que decía nuestro presidente. Como una moto averiada, habría que añadir. Según un informe del Centre for Economics and Business Research, en 2026 España caerá por debajo de Indonesia en PIB y quedará fuera de las 15 economías más importantes del mundo. No hay problema. Sonrían cuando el viento sople a favor y levanten airadamente la voz cuando venga en contra. Y todos tan contentos.

Les deseo un 2024 con memos hipocresía, menos demagogia y mucha más felicidad.