El año pasado se cumplieron 125 años desde que EEUU decidiese declarar la guerra a España por un inexistente ataque al acorazado Maine en Cuba.

El pasado 2023, se cumplieron 125 años desde que EEUU nos declaró la guerra, en 1898. Porque, al igual que el imperio Astro Húngaro por Hitler y Ucrania por Putin, España fue atacada por los EEUU.

La prensa amarilla norteamericana, en manos de William Hearst y Howard Hughes, llevaba años acusando a España de gobernar la isla de Cuba de forma dictatorial y sin respetar a los isleños, y claro, exigían que los EEUU interviniese en un territorio en donde nada se le había perdido, ni donde nunca había tenido ningún derecho. La realidad es que los medios de comunicación solo eran la punta de lanza de imperios industriales, prolegómenos de las posteriores súper-multinacionales. Hearst y Hughes habían visto como, en el siglo de la revolución industrial, había nacido una gran clase trabajadora a la que alimentar y suministrar energía. Y energía suponía incorporar calorías (azúcar) a los alimentos industriales que ya se mostraban imprescindibles para alimentar a la población.

EEUU utilizó un supuesto ataque de España a uno de sus acorazados para arrasar a España y quedarse con el jugoso botín de Cuba.

Cuba era la principal potencia azucarera del mundo, a tiro de piedra de los EEUU y bajo el gobierno de una metrópoli, España, que había comenzado su decadencia tras siglos de liderazgo mundial.

La oportunidad era clara y sólo hacía falta una excusa, que como se sabe, se concretó en el supuesto ataque, sin motivo, al acorazado Maine, que la historia demostró que en realidad sufrió una explosión interna. Nada tuvo que ver España, pero los EEUU, más grandes y “desde casa”, eran ganadores por adelantado de la confrontación.

Así de claro, “porque quiero, porque puedo y porque me da la gana”, los EEUU inauguraban un nuevo estilo de relaciones internacionales. Y, en lugar de reprenderlos, otros países actuaban como mamporreros del poder y validaban lo, a todas luces, injusto e inaceptable. Y lo dicho, otros tomaron nota, Hitler o Putin encontraron en este ejemplo la manera de argumentar sus maniobras para conseguir “espacio vital” para sus proyectos imperialistas. Nunca consideraron necesario justificarse y creían firmemente en el dicho romano ”qui resistit, vincit”, el que aguanta gana, y pretendieron dejar pasar las respectivas tormentas, que luego fueran olvidadas bajo nuevos órdenes internacionales.

Sería exigible una indemnización por el aniquilamiento de la armada, por la pérdida de las relaciones comerciales con la Habana, por la importancia geoestratégica del enclave.

Nunca se reclamó el resarcimiento, por lo que, salvo en el caso de Alemania donde todo se complicó, podríamos decir que la estrategia fue buena.

Me pregunto qué ocurriría si la mayor potencia mundial fuera reclamada a resarcir la situación de Cuba, Filipinas, Puerto Rico, Guam, Islas Marianas, etc. Hacer que vuelvan a ser España, no parece tener sentido, pero sí sería exigible una indemnización por el aniquilamiento de la armada, en vísperas de la I Guerra Mundial o Guerra Civil Española; la estimación del valor comercial de la Habana, su puerto rivalizaba en volumen con el de Barcelona, y toda Cuba a finales del S XIX; por no hablar de la importancia geoestratégica de Puerto Rico en Centroamérica, Filipinas en Asia o Guam y las Marianas en el Pacífico. No se debe olvidar la crisis social, política e intelectual provocada finales del S XIX y que marco la primera mitad del XX.

Sería defendible que, como compensación por aquella guerra sin motivo, EEUU se hiciese cargo de la deuda pública española.

Creo que sería argumentable que EEUU se hiciera cargo de la deuda pública española y asumiera esto como parte de las consecuencias de sus acciones injustas e injustificables.

España no volvería a ser lo que fue, pero sería indemnizada y, sobre todo, se lanzaría un mensaje claro a la comunidad internacional: el que la hace, la paga, independientemente del tiempo que pase. Aunque seas el país más poderoso del mundo. No hacer nada es dejar la puerta abierta a nuevas iniciativas injustificables. Ucrania, Palestina, El Sahara y más países del mundo esperan por nosotros. No caben medidas tibias, la situación internacional requiere firmeza, ya.

Empezar por EEUU tiene un triple sentido; es ejemplar empezar por el líder, mandar un “aviso a navegantes”, y la sanción puede ser ejemplar, pero se lo puede permitir. Asumir la deuda española supondría aumentar la propia sobre un 5%, que no supondría mayor problema para su economía. España, por su parte, no retomaría su rol de finales del XIX, pero notaría el aligeramiento de su deuda.

¿Un sueño? Me gusta el dicho de que ”si es posible imaginarlo, es posible hacerlo realidad”. Sólo hace falta poner empeño y políticos a lo importante, lo segundo costará más.

Javier Rguez-Losada -Economista con memoria