Lo de este Gobierno mal llamado de progreso es de sainete si no fuera por la gravedad de las consecuencias que sus acciones, o como en este caso, sus inacciones, pueden provocar para nuestro país. Cualquier día nos enteraremos de que El Chapo Guzmán o Kim Yong-un son también socios accionistas de alguna estratégica española. Y si no lo son, es porque no quieren. Porque a la vista está que cualquiera puede serlo.

Que un Gobierno que, insisto, se proclama “de progreso” pero que demoniza a todo Cristo, no impida la operación que va a dejar en manos de un país extranjero a nuestra principal operadora telefónica de nuestro país es, además de una tremenda irresponsabilidad, un gravedad inaudita. Que amplifica y agrava aún más el hecho de que ese Estado ahora propietario del 10% de Telefónica sea una dictadura en la que no se respetan los más elementales derechos, como es Arabia Saudí.

El Gobierno de España tiene herramientas legales para impedir esa operación que, tal y como ha advertido incluso el Ministerio de Defensa, puede llegar a poner en peligro nuestra seguridad nacional. Si no lo hace, supondría una de las más grandes irresponsabilidades de Pedro Sánchez. Y mira que ya lleva cometidas unas cuantas!

Yo soy de convencimientos liberales, -siempre que todos juguemos con las mismas cartas,-pero también soy un firme defensor de que las empresas estratégicas deben estar siempre en manos de España. Ya hemos cometido en otras ocasiones el error de cederlas a capital foráneo y bien que estamos pagando las consecuencias. Cabe aquí recordar, por ejemplo, que la principal eléctrica de nuestro país, Endesa, es propiedad del Gobierno italiano. Es decir, que una buena parte de nuestros recursos energéticos – Enel es propietaria de los activos iberoamericanos – están en estos momentos en manos de un gobierno de “extrema derecha”.

Otro tanto ocurre con el principal grupo de comunicación audiovisual, Mediaset, propietario entre otros medios de Telecinco y Cuatro. También está en manos italianas – Sócio del gobierno de “ estrena derecha”  italiano-  desde que Silvio Berlusconi se hizo con la mayoría de su accionariado.

Me parece muy grave la dejadez con la que el Gobierno de España está contemplando y aceptando la operación de compra de Telefónica. Pongámonos en el otro caso. Démosle la vuelta a la situación. ¿Se imaginan que pasaría si el gobierno español intentase adquirir una parte, por ejemplo, de una empresa petrolera saudí o de un grupo de comunicación italiano? Evidentemente, sería impensable. Nos echarían a patadas e incluso es probable que el asunto generase un conflicto diplomático de alto nivel.

Pero aquí no, aquí les abrimos gustosos la puerta e incluso les cedemos el paso.

Por eso digo que este no es un gobierno de progreso, sino de retroceso. Que una dictadura como Arabia Saudí pueda ser la accionista mayoritaria de Telefónica lo demuestra. Cualquier gobierno que defendiera los intereses de nuestro país y de sus ciudadanos, que eso sí que es ser progresista, no lo consentiría.