Todos conocemos la larga tradición de las fiestas de Santa Cruz de Oleiros. Una comisión de fiestas formada por decenas de voluntarios se esfuerza cada año, de forma altruista, para organizar durante varios días un extenso programa de cultura, gastronomía y música para disfrute de vecinos y visitantes. Todo ello sin ninguna subvención pública y gracias al esfuerzo colectivo de muchas personas que trabajan a destajo durante meses.

En este tipo de acontecimientos, en los que existe una previsión y tradición de gran afluencia de público, es necesario cumplir el requisito de contar con un plan de autoprotección supervisado por el ayuntamiento para prevenir cualquier tipo de incidente. Por desgracia, este año dos pandillas de matones, que provenían de fuera del ayuntamiento, irrumpió en las fiestas el viernes 18 y el martes 22 de agosto causando gran alarma y nerviosismo entre las numerosas familias, que disfrutaban de la pacífica fiesta, debido a diversas agresiones, robos y amenazas. Se vivieron momentos de pánico y todo se controló gracias a que vecinos y miembros de la Comisión de Fiestas plantaron cara a los pandilleros y les hicieron abandonar su actitud.

En estos momentos se encuentra abierta una investigación para identificar a los autores y, según hemos podido saber, las pandillas están formadas por magrebíes y dominicanos. Estamos seguros de que la Guardia Civil terminará por conocer las causas y motivos de esos hechos lamentables, para poner a los autores a disposición judicial.

La pregunta surge de inmediato: ¿Cómo han podido actuar estas pandillas con casi total impunidad? Y la respuesta es sencilla: porque el alcalde no hizo su trabajo. Es evidente que, después de gobernar 20 años de forma ininterrumpida, Ángel García Seoane (Gelo), conoce las obligaciones y competencias del ayuntamiento en materia de supervisión de las instalaciones e infraestructuras necesarias para desarrollar las fiestas que se desarrollan en su ámbito geográfico y, como es obvio, también tiene la obligación de planificar el dispositivo necesario para garantizar la seguridad de los vecinos y visitantes que acuden a este evento, bien con recursos propios (policía local) o solicitando colaboración a la Subdelegación de Gobierno para contar con agentes de la Guardia Civil, en el caso de que no disponga de suficientes efectivos de policía local.

Estas pandillas de matones ya habían causado problemas en otras fiestas cercanas y, aun así, Gelo solo movilizó a 5 policías locales para todo el dispositivo de las fiestas de Santa Cruz, cuando el año pasado se había contado con 15 agentes. Tampoco consideró necesario solicitar colaboración a la Subdelegación de Gobierno para reforzar el exiguo dispositivo con efectivos de la Guardia Civil.

Esta claro que Gelo pecó de exceso de confianza y le “pilló el toro”. En lugar de asumir su error, pedir disculpas a la Comisión de Fiestas y a los asistentes y ponerse a mejorar los planes de autoprotección de futuros eventos festivos para que no vuelva a ocurrir hechos tan lamentables, solo se le ocurre tratar de desplegar una cortina de humo cargando las tintas sobre algún miembro de la Comisión de Fiestas y anunciando que prohibirá la celebración del Xacobeo en las fiestas de Santa Cruz, evento que nada tuvo que ver con los presuntos comportamientos delictivos de los pandilleros.

La Comisión de Fiestas remitió un comunicado ante los graves problemas de seguridad acontecidos y la escasa colaboración municipal recibida y anunciaron que, si el ejecutivo local no garantiza las condiciones de seguridad y la cooperación municipal necesaria, no podrán organizar las fiestas de Santa Cruz el próximo verano.

Mala es la soberbia en estos casos y de sabios es rectificar, señor alcalde de Oleiros. Sus vecinos y la economía local le agradecerán que muestre un poco de humildad y un mucho de sentido común.