A pesar de como marcha de bien la economía parece claro que esa bonanza no se reparte igual por sectores. Los que vivimos del comercio de proximidad no parece que vivamos con un aceptable nivel de tranquilidad.

Muchos aún recordamos aquellos años pujantes, en los que el comercio daba sentido y vida a muchas ciudades y pueblos … sabemos que aquello no va a volver, la cuestión ahora es adaptarse a las nuevas demandas. Sabemos que cabemos menos y equilibrar las cuentas es todo un desafío.

Este mes de Junio, con bastante retraso respecto a otros, entró en vigor el nuevo Convenio de Comercio. Necesario para nuestros trabajadores y ya descontado por muchos de nosotros.

La subida supondrá un incremento del 12% de los gastos de personal, a lo que hay que añadir el pago de los atrasos como es habitual.

El sector tendrá que afrontar de modo simultaneo este importante incremento de gasto junto con el bestial incremento de los costes financieros impulsado por el Banco Central Europeo.

Después de la crisis de 2008 el coste del dinero se desplomó hasta límites insospechados, y, sin duda fue un revulsivo eficaz para superar aquel bache.

Ahora bien, haber tenido, ya recientemente, el euribor en negativo  produjo un espejismo que ayudó a devaluar conceptos, tan saludables a mi modo de ver, como la austeridad y la racionalización a todos los niveles.

Y llegó el machetazo … después de habernos malacostumbrado durante 14 años a tipos extraordinariamente bajos. No está siendo fácil para muchas empresas o autónomos amortiguar estas nuevas condiciones cuando aún no se tapó el agujero de la pandémia.

¿A la vuelta del verano estaremos todos? Esa es la pregunta que me asalta porque la capacidad de resistencia se ha mermado considerablemente en los últimos años.

Tener un entorno predecible es lo que genera un marco de seguridad. Ni aquella panacea de tipos negativos nos hizo más sostenibles ni esta explosión de gastos financieros generarán confianza para el futuro a muchas Pymes.

Nunca fue fácil ser empresario y siempre tuve grabada la frase que me repetía constantemente, entonces, uno de los empleados veteranos de la empresa, hace ya 35 años: “ Gardar nas risas para os choros”, y en esas estamos hoy.

En fin, que estoy seguro que vendrán tiempos mejores. ¡Espero que no tarden!