Dejavú es una palabra francesa que expresa la sensación de que ya hemos vivido un suceso o situación. Pues bien, en A Coruña no es una sensación, es una realidad cada vez que empiezan las lluvias en otoño.
He visitado muchas ciudades y veo brigadas de operarios que se dedican a impedir que las hojas caídas de los árboles taponen los sumideros o que conviertan la calle en una pista de patinaje. Unos operarios concentran las hojas mediante sopladores y otros las recogen. Así de simple.
¿Dónde están esas brigadas en nuestra ciudad? Yo no he visto ninguna y la consecuencia es que, cuando llueve de forma importante a principios de otoño, se producen atascos en todos los sumideros por la hojarasca y las calles se convierten en piscinas olímpicas que impiden el tránsito de peatones.
Estos días, un año más, se cumple la tradición y como se puede comprobar en las fotos, la ausencia absoluta de mantenimiento, denunciada de forma reiterada por este medio digital, se ha vuelto a cumplir.
Impuestos pagamos pero servicios públicos no tenemos. A seguir aplaudiendo a estos inútiles.