El Banco Central Europeo (BCE) ha publicado el informe de estabilidad financiera del mes de noviembre. Durante la presentación del informe el vicepresidente del BCE, el español Luis de Guindos, comentó “las débiles perspectivas económicas junto con las consecuencias de la elevada inflación fuerzan la capacidad de la gente, las empresas y los gobiernos de devolver su deuda”

El informe publicado por la Institución supranacional destaca que el impacto completo de las condiciones financieras más severas “todavía está por sentir”. Este hecho se debe a que las empresas se estuvieron financiando a tipos de interés muy bajos y tendrán que renovar la financiación a su vencimiento durante el año 2024 y sobre todo durante el año 2025. Debido a que las familias, empresas y Estados se financiaron a tipo fijo, la economía no está sintiendo realmente la dureza de la subida de tipos de interés más agresiva de la historia. Pero todo llega.

El problema para los agentes económicos vendrá cuando aumenten el coste de sus créditos. En 2024 la mayoría de las familias que se financiaron a tipo variable verán que su cuota hipotecaria se ha actualizado con las cifras actuales del Euribor, que se encuentra cercano al 4%. Este aumento en la hipoteca dejará menos espacio para el consumo privado. La misma situación la vivirán las empresas, pues al aumentar sus costes financieros tendrán que reducir sus costes operativos para mantener el margen. En el caso de los Gobiernos el aumento de la partida de los costes financieros hará que cada vez más impuestos vayan destinados a pagar intereses y no a servicios públicos que el ciudadano realmente necesita.

La subida de tipos de interés se realizó para contener a la inflación, una inflación que ya empieza a mostrar indicios de moderarse. Pero pasarse de frenada con los tipos de interés podría afectar de manera muy negativa a la economía, causándole un mayor deterioro que el que se quiere evitar. Al subir los tipos de interés, la financiación se encarece y las decisiones de consumo se frenan, pero al haber tanta deuda en la economía, el sistema se encuentra multiplicado (o apalancado). Cuando la economía funciona, la deuda hace que crezca más; pero cuando la economía no funciona, la deuda magnifica los problemas. Y éste puede ser el riesgo, que dentro de un año no exista consumo para mantener la economía y ésta caiga de golpe. Y por mucho que se bajen los tipos de interés tan rápido como se subieron, la solución no llega tan rápido.

El Banco Central Europeo también será culpable de la quiebra de empresas pues el organismo fue el primero en inundar la economía de dinero barato para evitar la caída del euro en 2011 con la famosa frase del gobernador del BCE en ese momento Mario Draghi: “se hará lo que sea necesario”. En vez de afrontar los problemas, se dio una solución política del tipo “patada hacia adelante”; si bien cuando años después surge otro problema derivado del anterior, el segundo es notablemente más grande que el primero.

Con esta subida de tipos se ve a la banca como a la gran beneficiada. Este argumento es adecuando cuando se valora el margen que dejan los productos de activo (la financiación) frente a los productos de pasivo (la remuneración a los clientes por sus depósitos). Sin embargo, los elevados vencimientos que en los próximos años van a tener que ser refinanciado por el inmobiliario comercial, junto con las pérdidas importantes que los bancos tienen en sus carteras de bonos, hacen que no todo sea de color de rosa. Ante esta situación, las entidades están siendo muy selectivas sobre a quién le dan financiación. Por lo que si unimos el coste de financiación con que el grifo de la financiación se cierra; la economía española, que depende de la deuda fuertemente, se verá muy afectada.