Los promotores inmobiliarios tiemblan cuando -al comienzo de sus obras- empiezan con el movimiento de tierras imprescindible para asentar los cimientos del edificio.

A Coruña es una ciudad con mucha historia, y ya han aparecido vestigios musulmanes, judíos (en la ciudad vieja existe la calle Sinagoga por ese motivo), restos romanos… por supuesto se han encontrado restos de las murallas medievales y tantas otras cosas que -en conjunto- nos ayudan a saber quiénes somos y de dónde venimos.

Por eso, a pesar de que pueden suponer la paralización de la obra y un foco de sobre costes imprevistos, los promotores inmobiliarios no discuten la normativa al respecto, e informan puntualmente de cualquier hallazgo.

Resulta sorprendente que, cuando se trata de una obra pública, la Administración no tiene esta disciplina. Actualmente hay dos proyectos importantes que son ejemplo de lo que digo: En primer lugar, hace meses que comenzó el dragado de la ría do Burgo, que castigada durante décadas por la S.A Cros, acumula una gran cantidad de residuos industriales químicos altamente contaminantes. Los más viejos del lugar recuerdan como esa contaminación afectaba incluso al aire, que se hacía irrespirable en los momentos de mayor actividad de la fábrica.

Pero estábamos en la época del “desarrollo a cualquier coste”(algo de lo que deberíamos aprender y no repetir), y no se
veía mal que la fábrica arrojase sus restos a la ría. Después de muchos años, y “animados “por la Unión Europea, una draga se puso a remover el lodo de los fondos, acumulando en uno de los márgenes de la ría, la ingente cantidad de tierra altamente contaminada. La simple observación de esta obra debería ser asignatura obligatoria para todos los estudiantes de secundaria de alrededores. Nunca (seamos positivos) volveremos a tener tan cerca un ejemplo de una agresión ambiental de semejante magnitud. La visita de escolares con sentido medioambiental se podría completar con una clase de historia que incluso sorprendería a los mayores.

Efectivamente, nadie sabe que O Burgo -hace siglos- se llamaba “o Burgo de faro”, del mismo modo que el camino Inglés a Santiago era conocido como “Camiño de Faro”, ambos en referencia a la Torre de Hércules, claro. O Burgo do Faro respondía a la necesidad de protección que buscaban las ciudades. Sería interesante contar a los alumnos que hasta A Coruña también llegaron los vikingos, en el año 844 que fueron rechazados a los pies de la torre por las tropas del Rey de Galicia y Asturias (Ramiro I). Años después -en el 858, un nuevo asalto vikingo reunió a más de cien barcos, de una expedición que venía atacando desde Francia a todas las poblaciones costeras.

También se debería hablar de la existencia de piratas durante mucho tiempo, atraídos por los barcos que trasladaban peregrinos desde el sur de Inglaterra (Los peregrinos solían traer consigo el dinero necesario para sufragar los costes de su peregrinación). Con este escenario, los vecinos de las ciudades costeras se trasladaban a lo más profundo de las rías buscando que el miedo a quedar atrapados por la ”marea baja”, además de ser avistados desde las márgenes de la ría, y consecuentemente se avisaba a la población. Ante estas medidas, es notable que los vikingos rediseñaron sus embarcaciones y optaron por “drakars” de poco calado y con posibilidad de navegar a remos, facilitando su movilidad.

Sería interesante explicar también que -a pesar de las amenazas y dificultades-miles de peregrinos se trasladaban desde el sur de Inglaterra a Santiago. Tantos que los Templarios, la mayor orden religiosa-militar en la Edad Media, decidieron instalar una encomienda en la margen de Cambre de la ría (que hoy conserva su nombre) desde donde protegían a los peregrinos- lo que era el objetivo de su orden- Los Templarios eran magníficos constructores, y además de la iglesia de Santiago del Burgo, construyeron el Monasterio de Santa María de Cambre (hoy sólo se conserva la iglesia).

Construyeron también la hoy conocida como “ponte dos templarios, que unía o Burgo de Faro con el actual O Temple, donde los templarios levantaron su propio santuario. El puente de piedra que hoy podemos ver poco tiene que ver con el original, tras más de mil años de existencia. Quizá la agresión más grave que sufrió fue en 1809, cuando, tras ser cruzado por el ejército de Sir John Moore, éste ordenó volarlo para retrasar a las tropas del Mariscal francés Soult, que les iban pisando los talones. Finalmente este retraso no fue mucho , y ambos ejércitos se enfrentarían en la mítica batalla de Elviña.

Pero entre los lodos de la Ría, sin duda debieron aparecer signos de Vikingos, Peregrinos, Templarios, Tropas anglo españolas y napoleónicas. Y no podemos olvidar la incursión del Pirata Drake y el general Norris (“la contra armada”, de finales del Siglo XVI). Hace menos de un año, se localizaban los restos de uno de los barcos ingleses de esa expedición a la altura de la ría que separa los municipios de Oleiros y A Coruña. Dice la leyenda que la expedición buscaba adentrarse al máximo en la ría, con el objetivo de saquear Compostela, y después de saquear el monasterio de santa María del Temple, famoso a lo largo del Camino inglés por tener una de las hidras de Caná(por lo que se le suponía tener un gran tesoro. Las ansias de encontrar ese tesoro hizo que Drake tomara una decisión imprudente, y el barco que envió a reforzar las tropas de Norris, quedo atrapado por la arena de la ría.

Pero de todo esto no se hablará a los alumnos. Porque las obras de dragado responden más a las prisas por acabar pronto (después de décadas de inacción por parte del Ministerio de Infraestructuras).

Algo parecido sucede con la Vía Ártabra a su paso por el humedal de “A Gándara”, por donde discurre el denominado “Camiño Real”, que unía en sus extremos A Coruña y la meseta castellana. Antes de encontrarse en a Ponte do Burgo, la vanguardia del ejército napoleónico tuvo sus escaramuzas con la retaguardia del ejército anglo español. Restos de estas luchas deben encontrarse enterradas en este tramo, junto con otros argumentos que le llevaron a ser declarado bien cultural por la Xunta de Galicia ya en 1994, y como tal, está catalogado y protegido por las leyes autonómicas de patrimonio cultural.

Igual que con los restos de O Burgo, los de A Gándara quedarán olvidados tras ser asfaltados 50.000 m2 de este humedal. Para hacernos una idea: cinco veces el campo de futbol del Santiago Bernabeu. En una zona repartida entre los municipios de Cambre y Oleiros. En el primer caso, el ayuntamiento de Cambre acumula denuncias a la Xunta, mientras que en el segundo, no ha dicho nada.

Con el nivel de políticos que tenemos en Santiago y en Madrid, sólo nos queda gritar todos juntos:
¡¡¡MÁS FÚTBOL, POR FAVOR!!!

Fdo. Javier Rodríguez-Losada
Vecino afectado por las administraciones incompetentes e
irresponsables