Tenemos la sensación, o más bien la certeza, de que ni se le está haciendo caso a los problemas reales de los ciudadanos ni se defienden sus intereses.
La Europa de los pueblos ha castigado con sus votos las fallas del sistema. Esta es la principal conclusión que obtengo del análisis de los resultados electorales del domingo. Y he de decir, que el hecho de que se consoliden tendencias ultras que no son de mi agrado, por desgracia, no me pilla de sorpresa.
Vayamos al terreno de lo cotidiano y de lo más cercano, que tengo muy claro que, al final, es donde se dirimen estas cuestiones y donde se deciden los votos. Hace tiempo que vengo solicitando públicamente a la Unión Europea que obligue al Gobierno de España a hacer las cosas con criterio y a que actúe en beneficio de la ciudadanía. Sin ir más lejos, en numerosas ocasiones, me he dirigido y he etiquetado a la Comisaria europea de Transporte, Adina Vălean, solicitándole que resuelva y consolide de una vez por todas la cuestión de la declaración de ilegalidad de la prórroga de la concesión de la AP-9, que la propia Comisión Europea dictó en marzo de 2022. Pues bien, es evidente que la respuesta no ha sido otra que el silencio y la inacción.
La Comisión Europea dictó en marzo de 2022 una resolución sobre la ilegalidad de la prórroga de la concesión de la AP-9, pero la Comisaria europea de Transporte sigue sin tomar ninguna medida
¿Qué es lo que consiguen los dirigentes europeos con ese tipo de actuaciones (o no actuaciones) y con este tipo de actitudes? Pues que la sociedad tenga la sensación, o más bien la certeza, de que ni se le está haciendo caso ni se defienden sus intereses. Y la reacción a esa sensación y a ese hartazgo es el voto a opciones antieuropeístas, como hemos podido comprobar el domingo.
Como para tantas y tantas cosas, Galicia vuelve a ser una excepción y aquí aún no se percibe el euroescepticismo en la dosis en la que se nota en otras regiones y ciudades españolas. Y ya no hablo, porque tampoco lo conozco en profundidad, del que se vive –como así lo han corroborado estas elecciones- en otros países como Francia, Italia o Alemania.
La Europa de los pueblos que nos vendieron ha pasado a ser de unas élites burócratas y de partidos apoltronados
Pero si esto ocurre, es porque aquella Europa de los pueblos que nos vendieron ha dejado, precisamente, de ser del pueblo para pasar a ser de unas élites burócratas y de partidos apoltronados. La Unión Europea ha perdido en este siglo buena parte de la función para la que fue creada.
Insisto en la cuestión de la AP-9, porque me parece paradigmática. Se sabe que la Comisión Europea declaró, en su día, que la ampliación de la concesión a Audasa hasta 2048 era ilegal. Y se sabe también que la eliminación de peajes, con la consiguiente derivación de flujo de tráfico hacia la autopista, conllevaría de forma directa la reducción de muertos en nuestras carreteras, ya que la mayor parte de los accidentes mortales tienen lugar en vías secundarias. Pues bien, sabiendo todas esas cosas, ¿por qué La UE mira hacia otro lado y no ejecuta una decisión que redundaría en el bien y la seguridad de la gente?
El euroescepticismo seguirá creciendo en la medida que La Unión Europea siga obviando las necesidades de la sociedad
Tengo clarísimo que el euroescepticismo crecerá en la misma medida en la que la Unión Europea siga obviando las necesidades de la sociedad. Y en la medida en que los partidos tradicionales tampoco den respuesta a esas necesidades, crecerá el voto a propuestas antisistema encantadas de canalizar el descontento y la rabia de la ciudadanía. Es un horizonte peligroso el que empezamos a atisbar el domingo. Espero que tome nota de ello quien le corresponda.