Ya sé que decirlo hoy, después de la debacle del domingo, podría parecer jugar con ventaja. Por suerte, ahí está la hemeroteca para demostrar que la sentencia que encabeza este artículo la he enumerado no en una ni dos, sino en infinidad de ocasiones.

Este PSOE no es socialista y eso, al final, electoralmente se paga.

Yo tampoco soy socialista, pero sí que creo, defiendo y abogo por la igualdad y por ayudar a los más vulnerables. Cuestiones que, aunque sostengo que no pertenecen en propiedad a ningún partido, hemos dado por asumido que forman parte del ADN socialista.

Pues bien, por activa y por pasiva he proclamado una y mil veces que el partido que lidera Pedro Sánchez ni promueve, ni respeta, ni cumple con esos ideales. Y a las pruebas me remito.

Si el PSOE quisiera ayudar realmente a los más vulnerables, no pondría un impuesto a la banca, cuya recaudación se distribuirá después de manera difusa, sino que retiraría las comisiones por administración y mantenimiento a las pequeñas cuentas. Lo cual supondría un dinero que sí que repercutiría directa e inmediatamente en sus propietarios.

Si el PSOE se comprometiese de verdad en ayudar a quienes generan empleo y riqueza, no incrementaría la presión fiscal sobre los autónomos. Un incremento que no solo tiene su constatación en la subida de las cuotas sino que se refleja, y de qué manera, en infinidad de gastos que obligatoriamente los pequeños empresarios deben asumir de forma constante para el desarrollo de su actividad. Un mes es el pago del registro de marcas y patentes; al siguiente, el desembolso por prevención de riesgos; el otro, tienes que abonar el recibo por protección de datos… Así hasta el infinito.

Si el PSOE abogase realmente por la igualdad y la distribución de la riqueza, procuraría nuestra homologación con Europa, así como la supresión de los actuales desequilibrios territoriales que tanto lastran nuestra competitividad.

El problema es que este PSOE ni es socialista, ni cree en la igualdad, ni ayuda a los más vulnerables. Por eso ha obtenido los resultados que ha obtenido. Y todo indica que va a continuar en caída libre.

Porque el sanchismo no es socialismo. El sanchismo es únicamente la doctrina de la supervivencia propia, del decir una cosa y hacer la contraria, del pago sin escrúpulos por los favores recibidos. Y eso, insisto, pasa factura. Nos la lleva pasando a los españoles desde hace cinco años. Y ahora, también se la está pasando al PSOE.