Por primera vez desde que hay datos los españoles, de media, trabajan más para el Estado que para ellos mismos

Se escuda en la pandemia primero y en la guerra de Ucrania después, las causas de la inflación de doble dígito que lleva sufriendo Europa durante los últimos años. Esta inflación y el gasto en el “escudo social” que tuvieron que emplear los Estados, impidieron a España realizar una reforma fiscal de calado. Tomando los datos de la agencia estadística europea, Eurostat, los ingresos fiscales sobre el total del Producto Interior Bruto (PIB) del último año que hay registros (2021) fueron del 43,7% en España, el 45,3% en el caso de Portugal, el 47% de la media europea y del 52,8% en el caso de Francia. Es decir, España recauda pocos impuestos para la riqueza (medida a través del PIB) que tiene.

En base a estos datos, que año tras año repiten el patrón de que en España se recaudan pocos impuestos para su riqueza, las medidas fiscales se han enfocado en los últimos años en los impuestos a los ciudadanos con alto patrimonio o los cambios en la metodología de medición de los beneficios empresariales. Las últimas experiencias de aumentar este tipo de impuestos en un Estado hacen que el dinero fluya hacia jurisdicciones más fiscalmente eficientes. En el caso de las personas físicas, países como Portugal o Italia han elaborado ofertas fiscales para atraer nuevos contribuyentes y otros países como Andorra y Luxemburgo constituyen refugios con una seguridad jurídica demostrada. Sobre las personas jurídicas, países como Holanda, Panamá o Chipre se benefician de la constitución de sedes sociales de empresas que buscan maximizar la utilidad de sus beneficios a través de minimizar la carga fiscal. Por cierto, ninguno de estos países se encuentra en la lista de paraísos fiscales elaborada por el ministerio de Hacienda y Función Pública.

Gracias a la inflación, los convenios firmados del año 2021 en adelante están recogiendo alzas salariales en el entorno del 2% al 4% anual, lejos de la inflación de doble dígito de los últimos dos años. En consecuencia se pierde poder adquisitivo pues, aunque te suban el sueldo, con ese sueldo puedes comprar menos. Aparte de la pérdida de poder adquisitivo, un aumento de sueldo implica tener que pagar más impuestos a través del IRPF por lo que se produce un trasvase de riqueza a la hacienda pública. Y es que los impuestos no se han deflactado según la inflación iba erosionando el poder adquisitivo a los ciudadanos. ¿Qué significa esto? Pues que los 3.000€ que se cobraban en el año 2000 no se parecen en nada a los 3.000€ que se cobran ahora; ilustrado por unos impuestos más altos y con un menor poder adquisitivo. ¿La consecuencia? Que antes una familia con un salario cercano a los 3.000€ se podía mantener, y ahora la situación está ajustada.

Lo remarcable ahora es que, de media, el Impuesto sobre la Renta de las personas Físicas (IRPF) fue el más elevado de la historia, rebasando el 14,1% en 2022. Esta cantidad no parece muy notoria, pero hay que tener en cuenta la pirámide de población española y los sueldos. Este 14,1% ha subido desde el también récord 13,5% del año 2021 y no tiene visos de que la presión fiscal, medida a través de este impuesto, se vaya a quedar ahí. Al 14% de IRPF hay que añadir el 23% de las cotizaciones sociales que paga el empleador por el trabajador, la cotización social que paga el empleado directamente en su nómina y luego los impuestos indirectos como el IVA. En definitiva, un trabajador medio ha pagado en impuestos (IVA, IRPF, cotizaciones sociales, licencias, tasas, etc.) más del 50% de sueldo sobre su salario bruto. Esta información se alinea con el récord de recaudación fiscal anunciado por el Estado al cierre del ejercicio 2022.

Por último, vamos a recordar la curva de Laffer. Esta teoría económica, defiende que se puede subir los impuestos con un aumento de recaudación del Estado hasta un punto donde, a pesar de que se sigan subiendo los impuestos, la recaudación ya no aumenta. Esto se debe a que los contribuyentes deciden dejar de realizar actividades económicas por que les sale más “rentable” no trabajar que realizar una actividad que como beneficiario último no van a ser ellos. Este punto de recaudación es aproximadamente cercano al 50% de impuestos sobre salario bruto, y es un punto que ya hemos alcanzado. Por lo que en adelante ante cualquier aumento de impuestos solo existen desincentivos de la actividad laboral para el contribuyente y bajada de recaudación para el Estado.