El Peñón sigue inundando a diario, y sin ningún tipo de control, de residuos fecales y desechos las aguas españolas, un espacio marino catalogado como de especial conservación del Estrecho.
Pido disculpas por la tercera frase de mi artículo, pero es que se refiere a la auténtica realidad que sufren los habitantes cercanos a la colonia británica cedida por España a Inglaterra, mediante el deshonroso Tratado de Utrecht.
El 1 de agosto de 1704 una escuadra formada por 10.000 hombres, 1.500 cañones y apoyada por un batallón de 350 soldados catalanes defensores de la casa de Austria, llegó a Gibraltar y exigió la entrega incondicional de la plaza al “Rey Carlos III” y juramento de fidelidad al mismo, pero el gobernador militar de Gibraltar, Diego de Salinas, se mostró fiel a Felipe V rechazando ese mismo día sus pretensiones. Diego de Salinas se mostró fiel a Felipe V y rechazó la entrega de la plaza.
Dichos héroes eran solamente 80 soldados y 350 milicianos dotados de 120 cañones, de los cuales un tercio estaban inservibles. El día 3, tras cinco horas de sitio, varios marinos ingleses tomaron a mujeres y niños como rehenes, ante lo cual, los defensores de la ciudad deciden capitular; las propias fuentes inglesas admiten que, de no ser por ello, la plaza podría haber resistido durante largo tiempo. La rendición permitía la evacuación de los militares y civiles españoles que deseasen abandonar la ciudad.
La contaminación orgánica que realiza a diario Gibraltar puede ser considerado como un grave delito medioambiental
En la actualidad, el Gobierno español sigue reclamando la soberanía del Peñón, aunque siempre ha sido rechazada por el Gobierno británico. En 2016, la inmensa mayoría de la población gibraltareña (95%) votó a favor de la permanencia en la Unión Europea en el referéndum celebrado aquel año, pero en el Reino Unido ganó la opción de salirse de ella. En lo que se llamó Brexit.
Hoy la noticia es que la colonia británica sigue inundando a diario, y sin ningún tipo de control, de residuos fecales y desechos las aguas españolas y un espacio marino catalogado como de especial conservación del Estrecho.
El día 30 de septiembre, el actual Rey de Inglaterra decía “Gibraltar está en una ubicación de crucial importancia para la migración de especies y felicito a todos por los esfuerzos en favor de la conservación de la naturaleza“.
El Rey de Inglaterra felicita a Gibraltar por sus esfuerzos por conservar la naturaleza, sin saber que no tratan las aguas fecales ni residuales y que realizan vertidos sin control que contaminan un espacio marino protegido
Pero nada más lejos de la realidad. Gibraltar sigue incurriendo en prácticas muy dañinas para el medio ambiente. Una de las más clamorosas, sin duda, es que nunca ha tratado sus aguas fecales ni residuales, que vierte directamente al mar en aguas que, Reino Unido y el Peñón, sostienen que son británicas pero cuya soberanía reclama España en virtud del Tratado de Utrecht de 1713, según el cual las aguas que lo rodean y el istmo que separa a La Línea de la Concepción son españolas.
A nivel político, la voz más beligerante contra estos hechos es la del alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, que lleva años pidiendo al Gobierno central que se posicione de manera oficial sobre estos hechos: “No sólo hablamos de una cuestión ambiental de primera magnitud, ya que el gobierno de la colonia británica está alterando una zona de especial conservación de altísimo valor natural, sino que Gibraltar está expandiendo su territorio a costa de aguas españolas”.
España, su Gobierno, se rinde una vez más y no realiza, ni una protesta ante la indefensión de los pescadores y el relleno para ganar territorio y levantar ambiciosos proyectos urbanísticos. Mira para otro lado incluso nombrando embajador de España en Washington a un exdirector de la Guardia Civil citado por la UCO en el caso Koldo.
La “mierda” nos invade por tierra mar y aire…y no es solo me refiero a Errejón.