La mitad de tu vida son las cosas que te pasan, muchas de ellas no dependen de ti, y la otra mitad es cómo te las tomas.
Esto me dijo mi prima cuando, hace unas semanas, le conté que nuestra sociedad está acostumbrada a todo lo bueno que nos rodea, hasta el punto de verlo normal y no darle importancia. Yo, que tuve la “suerte” de sufrir un grave accidente cardio vascular (término sanitario para un aneurisma que provoco un ictus) y salir con vida, he logrado evitar esa perspectiva, y en esta prolongación vital me sorprendo continuamente del alto nivel de vida en el que nos movemos.
Solo me hace falta ver el Telediario para valorar la suerte que tenemos, en comparación con personas que viven a apenas un par de horas en avión de nosotros. Subsaharianos de Mauritania o de Mali, palestinos o ucranianos se enfrentan a diario con unas condiciones inimaginables para nosotros, sin que nada hayan hecho para merecerlo.
Recuerdo la anécdota que contaba mi cuñada Irene en una etapa en la que se dedicó a cuidar personas en condiciones de discapacidad o mayores. Hablaba de una señora que continuamente reconocía sufrir “cargo de conciencia” por lo bien que vivía. A pesar de ser mayor y viuda, disfrutó durante años de una casa en las afueras de la ciudad que había logrado adquirir con su marido. Mi cuñada la cuidaba porque sus hijos no podían atenderla como ella necesitaba y cuando se sentaba debajo de los árboles de su jardín, repasaba de forma imaginaria épocas de su vida en las que incluso identificaba personas y situaciones que ella había vivido. De alguna manera, estaba viviendo su vida por segunda vez, y reconocía el alto nivel de vida que había disfrutado.
Muchas personas ni aprecian ni disfrutan de las cosas buenas que nos rodean
Pero, en mi opinión, esto no es lo habitual, especialmente entre los jóvenes que, sometidos a un ritmo de vida intenso, no se fijan en todo lo que nos rodea. Y cuando lo hacen, es habitual que solo comparan las mayores dificultades del presente frente a épocas pasadas de mayor bonanza. De algún modo, se cae en esa idea de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, que personalmente no comparto, en absoluto. En mi opinión, vivimos en el momento más próspero de la historia de España, y, dentro de un sistema que no es perfecto, con un entorno económico y social que permite el acceso a servicios básicos (sanidad o educación, por ejemplo), al alcance de la mayoría de la población.
Por supuesto, vivimos en un sistema imperfecto, y con abundantes referencias o personajes que son ejemplo de lo contrario. Pero así son las organizaciones sociales formadas por seres humanos, y creo que siempre lo serán.
Creo que si yo pudiera escoger dónde haber nacido elegiría este país, y pienso que lo que tenemos es como para sentirnos orgullosos
Pero somos como somos, y en verano nos quejamos del calor, a la vez que en el otoño nos quejamos de la lluvia, … Envidiamos lo que tienen otros países y criticamos con severidad los problemas que sufrimos en el nuestro.
Tenemos un problema individualmente, ya no cómo sociedad, no valoramos lo que tenemos. Y eso es un obstáculo para ser felices, que es, en definitiva, nuestro objetivo vital. Deberíamos pensar en ello, porque, como seres sociales, nuestro ánimo, nuestro nivel de felicidad, afecta e influye en el ánimo y nivel de felicidad de las personas de nuestro entorno, que habitualmente son nuestra familia y las personas que más queremos. Pero, egoístamente, también supone una pérdida personal: no saber disfrutar de las cosas supone malgastar el tiempo/ malgastar la vida. Y el tiempo/la vida es un recurso finito.
El tiempo se desvanece y ni todo tu dinero podrá comprar un minuto más
Popularmente se dice ”el tiempo es oro”, lo cual es una gran falsedad: lo explicaba el grupo Kansas en el estribillo de su éxito “dust in the wind”: time slips away and all your money won´t another minute buy (el tiempo se desvanece y ni todo tu dinero podrá comprar un minuto más). Es decir; el oro será caro, pero con suficiente dinero podrías comprarlo, pero el tiempo no se puede comprar.
Por todo ello, malgastar el tiempo /la vida, es una gran barbaridad, y no apreciar lo bueno que nos rodea, es una forma clara de hacerlo.
Me gustó una frase que escuché a mi profe de filosofía de la Universidad Senior: ”La mitad de tu vida son las cosas que te pasan, muchas de ellas no dependen de ti, y la otra mitad es cómo te las tomas”.
En definitiva: no seas animal. ¡Sé feliz!
Prima, ¿era esto lo que querías que escribiera?