La prepotencia y la intransigencia del Gobierno local desencadenó manifestaciones, cortes de tráfico y caceroladas, pero finalmente los vecinos lograron buena parte de sus objetivos.
Han sido varios meses de movilizaciones los que han tenido que protagonizar los vecinos de las Casas de Franco, para lograr que la alcaldesa rectificase el proyecto de reurbanización que los destinatarios rechazaban, porque entre otras razones, el Ayuntamiento ni siquiera les consultó.
Lo tenían claro desde el principio. “Nosotros no pedimos semejante obra”. “Es cierto que solicitamos el acondicionamiento de la zona y, sobre todo, de las áreas verdes, porque los árboles y jardines estaban a monte”, comentaba una portavoz hace semanas.
Los vecinos rechazaban el búnker diseñado para poner más dificultades a las personas con movilidad reducida, la eliminación de las plazas de estacionamiento y la pérgola que incrementaba el riesgo de inseguridad
Denunciaron reiteradamente que les dejaban “atrincherados”, con una plaza elevada que impedía el tránsito a los vecinos con movilidad reducida, con la eliminación de unos estacionamientos en superficie que desterraba al coche de la zona, y con una pérgola que temían que se convirtieran en un punto de encuentro de botelloneros, traficantes y trapicheros.
Tras la última cacerolada, que protagonizaron el 7 de junio, y a la espera de que la alcaldesa, Inés Rey, atendiera su petición de reunión para abordar todos estos aspectos del proyecto, además de las canalizaciones del cableado eléctrico, la primera edil depuso su actitud chulesca y prepotente y los citó a un encuentro el pasado 11 de junio.
A la alcaldesa le sobró la soberbia y le faltó diálogo con los vecinos, pero al final tuvo que rectificar el proyecto de urbanización
Los vecinos salieron satisfechos de la reunión y cancelaron todas las movilizaciones, porque la alcaldesa se comprometió a que la “trinchera” desaparecería, bajando el muro a cota cero; el cableado de media tensión discurrirá por un espacio acordado, y los accesos para las personas con movilidad reducida se mejorarán.
Si la soberbia de la alcaldesa no hubiera aflorado, como ocurre habitualmente, los vecinos de las Casas de Franco de Ronda de Outeiro no habrían tenido que cortar el tráfico tres veces, importunando a los ciudadanos que circulaban por esa zona, ni recurrir a las caceroladas de los últimos viernes.
La conclusión es bien sencilla, sobre todo para Inés Rey: Dejemos la chulería a un lado y hagamos lo que podamos por la ciudadanía, sobre todo, escuchándola cuando nos llaman la atención.