Muchos ciudadanos nos preguntamos que significado tiene esa palabra con la cual se están refiriendo a la forma de gobernar actualmente por parte del Partido Socialista Obrero Español.
Dicho término es empleado de manera crítica y hasta despectiva. Lo cual no quiere decir que no exista como una manera peculiar de ejercer la política, de procurar mayorías para el gobierno, e incluso de reconducir la tradición socialista.
A ningún líder socialista se le había calificado de forma tan insistente de esa manera. Su forma de gobernar se identificó con la capacidad mostrada por el líder del PSOE para volver a la secretaría general después de ser depuesto del cargo. Cuando esto sucedió prescindió de los órganos internos del partido y de las instancias territoriales a la hora de comunicarse con las bases. Una actitud comprensible, dado que fue el aparato el que se deshizo de él cuando se negó a facilitar la investidura de Mariano Rajoy. Pero que con el tiempo ha revelado que se trataba de algo más que de una revancha pasajera.
En una entrevista, el Sr. Sánchez describió el país con un cincuenta por cien de progresistas y un cincuenta por cien de conservadores. Pero no se detuvo a explicar ni cómo ha podido gobernar durante cinco años sobre una realidad tan igualada, ni cómo piensa seguir haciéndolo en adelante. Optó por hablar del “antisanchismo,” como una burbuja que se habría generado artificialmente, presentando su figura unida a «mentiras, maldades y manipulaciones» hasta convertirlo en «un monstruo de siete cabezas».
El sanchismo se refugia en sus orígenes. El presidente y candidato a la reelección no cree necesitar de mediadores para conectar con el público. Ni siquiera de entrevistadores, sean de casa o de fuera. Se pregunta a sí mismo. Tampoco necesita de los demás responsables del Gobierno o del partido, más que para cubrir huecos.
Negar que toda su gestión haya sido nefasta sería un tremendo error por parte de la derecha. Sin embargo, su posicionamiento o cambio de opinión sobre aspectos que una parte de los ciudadanos sienten que son fundamentales como los pactos (les llame como les llame), con partidos que dicen y propugnan el separatismo, que vulneran las sentencias del Constitucional (idioma), que elimina el delito de sedición, que indulta a quienes han sido condenados por dichos delitos y que no reacciona frente a las amenazas de que “lo volveremos a repetir” hacen que todo ello se conozca popularmente como “sanchismo” por una parte, de los ciudadanos.
Confundir ese sanchismo con el PSOE creo que es tremendo error. El mantener una visión ideológica sobre los valores del socialismo no debería entenderse como una crítica o deseo destructivo de dichos valores, sino como, en mi caso, un deseo de volver a la socialdemocracia sin ataduras dentro de esos gobiernos de coalición que además no son tal.
Que decidan las urnas en libertad.