La gestión de cualquier Administración debe estar sometida, entre otros criterios, a los de eficacia, objetividad y transparencia, y si esa gestión es la de los fondos públicos muchísimo más; obviamente, la gestión municipal no es una excepción, es más, por ser la más cercana al ciudadano debe poseer un plus de transparencia. Y tanto es así que en el caso que nos ocupa vemos como los gestores coruñeses se afanan desde su portal web en demostrar que es así, o al menos en dotarlo de la apariencia de tal cosa.

Si uno se molesta en buscar dentro del mencionado portal podrá encontrar el llamado Plan de Contratación del Ayuntamiento de A Coruña (por cierto el último publicado es el del 2022, debe ocurrir como con los Presupuestos, y al “commendatore” de Outes, afanado en resolver cuitas partidistas que le aseguren su supervivencia por si acaso los coruñeses optamos por un viraje de timón al frente de María Pita, se le pasó publicarlo). Pues bien, en dicho Plan se recoge que en el pasado año 2022 la previsión era la de realizar 244 contratos por un importe total de 211.075.214,86 €, descontando de esa cifra los contratos menores, las concesiones de dominio público, EMALCSA, IMCE, y algunos otros contratos como pudieran ser los de emergencia.

¿Y por qué tan prolija enumeración? Pues, porque consideramos conveniente que el lector, el coruñés, sea conocedor que sobre una parte importante de esos más de 200 millones de euros hay un 2% que las empresas contratistas deben poner a disposición del contratante (Ayuntamiento), al objeto de promocionar/concienciar/informar sobre actividades cívicas vinculadas al sector del que se trate, lo que podríamos denominar, en este caso, otro tipo de publicidad institucional encubierta puesto que el propio Ayuntamiento cuenta con un contrato para acciones publicitarias nada desdeñable en su cuantía.

Debe aclararse que la disposición de ese 2% es conforme a la actual ley de contratos del sector público. Entonces, ¿dónde nos surge la duda al respecto de esta cifra? ¿en la gestión? ¿en el destino final de tal partida? ¿en el objeto real de la misma?

Intentar responder a ello no es cuestión menor porque a estas alturas del relato suponemos ya que el sagaz lector habrá tirado de calculadora para comprobar que estamos hablando de la libre disposición, sin publicidad ni transparencia, de la nada desdeñable cifra de aproximadamente 4.000.000 € anuales. El seguimiento de esta interesante cifra no lo encontraremos ni en la web del Ayuntamiento ni en su cacareado portal de transparencia.

La alcaldesa y el que manda

¿Y cómo funciona pues el gasto de estos milloncejos?

Hasta mitad de mandato, mes arriba mes abajo, cada área del Gobierno gestionaba su 2%, encargando campañas o actividades a la empresa que fuese de su gusto (en cuyo caso ésta cobraba directamente del contratista municipal ) o bien podía delegar tal asunto en el propio contratista municipal que a la postre es quien paga la factura y no el Ayuntamiento. Así pues, discrecionalidad y libertad absoluta en la metodología que sólo encontraba un filtro de transparencia y legalidad en la supervisión que el técnico responsable del contrato en cada área realizaba en coordinación con la empresa contratista. Pero pronto debió reparar el “commendatore” que tal cifra era lo suficientemente abultada como para dejarla en manos de sus colegas de Gobierno y en sus técnicos; así que raudo y veloz se sacó de la manga un mandato general para que todas las “ideas” que se les ocurriesen a sus camaradas pasaran obligatoriamente por el filtro controlador y aprobatorio de su lugarteniente y director de área, Manuel Jove, conocido por algunos como la hormiga atómica por su capacidad de entrega a los mandatos de su jefe y su rapidez en la resolución de los problemas que le crea el de Outes. 

La cosa en tono jocoso podría sonar tal que así: “señores concejales: de orden del señor alcalde (ay no, perdón), del commendatore, se les hace saber que a partir de la presente, la gestión del 2% de su área pasa directamente a Contratación”.

Sobra decir que esos milloncejos, convenientemente invertidos, pueden insuflar mucho oxígeno a empresas amigas dispuestas a darlo todo por la causa de la continuidad y el bienestar de la regente y su commendatore.

Este 2% no deja de retrotraernos al pasado por su similitud a aquel “tres per cent” que  destapó, ironías de la vida, otro socialista, el alcalde de Barcelona Pasqual Maragall, y que fue el principio del fin del corrupto “honorable president Puyol” y de un partido con una fuerte implantación política y social como CIU… ¿habrá alguien aquí dispuesto a llegar al fondo de esos fondos?