Ha logrado más ingresos que gastos y Argentina necesitará tres o cuatro años para empezar a ver la luz al final del túnel.

Con una campaña electoral marcada por un mensaje de fuerte recorte del gasto público, Argentina eligió a Javier Milei como nuevo presidente hace unos meses. Las primeras medidas que realizó, nada más llegar a la presidencia, fueron en línea con su programa electoral y sorprendieron por el contraste con otros gobiernos a nivel internacional. Como principales medidas del gobierno figuraron la eliminación de la revalorización de las pensiones, la eliminación del presupuesto en educación para estudiantes internacionales, así como la congelación de las contrataciones del sector público para este año. 

Con las primeras medidas económicas, Milei ha logrado ingresos de 518 millones superiores a los gastos.

Con estas medidas, de momento, parece que al menos se ha cuadrado el año fiscal; cerrando un ejercicio en el que los ingresos han sido 518 millones de euros superiores a los gastos. Una cifra ridícula cuando se habla de la contabilidad nacional de un país. Este, es el sexto año, desde la década de los 40, en el que Argentina acaba el ejercicio con más ingresos que gastos. Las últimas dos ocasiones vinieron por dos eventos excepcionales como son el corralito y el rally de las materias primas por el voraz apetito de China. 

En el caso del ejercicio 2023, el cuadre fiscal se ha debido a una disciplina fiscal basada en el recorte al gasto superfluo. Descontando la inflación, las partidas más damnificadas por los recortes han sido: universidades, gastos de personal, jubilaciones, financiación a las provincias y subsidios. Desde luego, la situación no es positiva para Argentina, ya que es imposible arreglar en un año los desequilibrios realizados por sus corruptos gobiernos en los últimos 70 años. 

Quien está de relativa enhorabuena es el Fondo Monetario Internacional (FMI), quien ha “ayudado” en diferentes ocasiones a Argentina y a quien el país ha de devolver los cuantiosos rescates que ha recibido. Las políticas del liberal Milei son acogidas con cierto optimismo, ya que van en la buena dirección, pero el país necesitará la legislatura entera para empezar a vislumbrar los resultados de las políticas estructurales anti-estatistas realizadas por el Gobierno.

Argentina sufre una inflación del 200% anual y un aumento impositivo del 15% y Milei anunció un objetivo de CERO déficit cueste lo que cueste.

Que Milei haya conseguido cuadrar las cuentas no significa que la situación del país haya mejorado. La eliminación del gasto público ha provocado un shock en la economía que tendrá que subsanarse con la iniciativa privada. Pero ese hueco tardará en llenarse un tiempo, el necesario para generar confianza. Mientras tanto el país padece una inflación de más del 200% anual, con un aumento de impuestos en términos reales (descontada la inflación) del 15%.

El gobierno argentino actual ha anunciado que mantendrá el objetivo de déficit CERO “cueste lo que cueste”. Este escenario apocalíptico de Argentina es al que camina España por su poca disciplina fiscal y vemos reflejado en las políticas de Milei el efecto disruptor de arreglar la situación a costa de un shock en la sociedad. Algo así como quitar al yonki su dosis es quitarle al pueblo dependiente el dinero público. Y la clave está en reemplazar al dinero público por una industria privada que cree valor. Argentina está en el camino correcto, pero hasta dentro de 3 o 4 años no empezaremos a vislumbrar los efectos de las políticas del actual gobierno.