España se “argentiniza”: más de 2 millones de personas cobrando el Ingreso Mínimo Vital, la mayor tasa de paro de la OCDE y con un 28% de población menor de 18 años en tasa de pobreza.

La frase no es mía, la leí en redes sociales estos días y me hizo gracia, de aquella manera, pero me hizo gracia. No puede por menos que hacerme gracia ver como una parte importante de la sociedad cae nuevamente en el engaño del comunismo y el socialismo que, contra toda evidencia, nos vende de nuevo un producto averiado, un producto que jamás ha funcionado. Hay señales por todos lados para el que lo quiera ver, pero la ceguera voluntaria está de moda.

Se prorroga la prohibición de desahuciar hasta 2025 y la izquierda lo celebra. Lo celebra en un mercado donde los precios de los pisos se duplican con relación a hace pocos años, donde ya es imposible que un joven se independice salvo que lo haga juntando a dos o tres compañeros en un mismo piso. 

En un país con más de dos millones de personas que cobran el IMV (Ingreso Mínimo Vital), con la mayor tasa de paro de la OCDE, con una perdida brutal de poder adquisitivo con relación a Europa, incluso con relación a los países más pobres que nos van adelantando uno a uno, con cientos de miles de hogares donde no es posible dar más de una comida al día, incluso a los niños, con un 28% de población menor de 18 años en tasa de pobreza. 

Ya no se puede poner la calefacción en las casas pese a todas las ayudas gubernamentales, el sueldo no da para ello. El sueldo, para la mayoría de los que lo tienen, ya no da para nada. Hace tiempo que se inició la deriva, la clase media apenas existe, pocos tienen segunda residencia, no hay opción a vacaciones, apenas algunos pueden acceder a la compra de la vivienda habitual ni con el trabajo de los dos cabezas de familia y completar más o menos la cesta de la compra es una proeza. 

La pérdida de poder adquisitivo no nos permite ahorrar. El dinero desaparece en forma de inflación, mayores impuestos y pobreza generalizada.

El simple alquiler, la opción más económica a la que recurrían las familias menos favorecidas por la fortuna, es ya algo inalcanzable. Las medidas para romper lo anterior, como pasa siempre, no hacen más que reducir la oferta y encarecerla, el dinero nunca fue amigo de aventuras, siempre busca refugio en zonas tranquilas y el mercado de alquiler español ya no lo es. La compra de un coche es un lujo, ya no hablo de dos o tres por familia, por el contrario, nos ofrecen como alternativa el ecologismo en forma de transporte colectivo, bicicleta de alquiler o patinete. Bien, pero ese supuesto ahorro tampoco se ve compensado por otro lado, prescindimos de bienes antaño comunes y hoy lujo, pero la pérdida de poder adquisitivo no nos permite ahorrar esa ausencia de gasto ni darnos un capricho a cambio, el dinero desaparece en forma de inflación, mayores impuestos y pobreza generalizada

Aun no es evidente, pero el que todavía no distinga una “argentinización” de España es porque no lo quiere ver, como no quieren ver las mentiras de nuestro gobierno, como no quieren ver la deriva hacia la no separación de los poderes del estado. Y eso que, de momento, se esconde lo peor a base de subvencionar todo lo subvencionable, aún Europa nos permite seguir tapando agujeros “a pufo”, ya que teme más nuestra quiebra dentro de la zona euro que nuestra caída continua.

El “Estado de Bienestar”, el escudo social, es el piso de la abuela, el que lo tenga, y el piso de la abuela es el fruto del esfuerzo, de la economía real, de trabajo y ahorro, de la ilusión de potencia económica que llegamos a ser y de la que nos alejamos a velocidad de crucero. ¿Algún liberal en la sala?

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