Sin respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades, sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad.

Después de las Navidades y de las consabidas felicitaciones, que en mi caso han sido absolutamente sinceras en cuanto al deseo de Paz, respeto y democracia, llega el momento de la realidad y del mensaje que cada año nos envía Felipe VI, Rey de España, según recoge la Constitución. Según las encuestas, hemos escuchado dicho mensaje 6.100.000 ciudadanos y una cuota de pantalla del 64 %, a través de las 30 cadenas de televisión que lo han emitido.

Para mí ha sido el mejor de sus discursos navideños y, por serlo, continúa siendo el peor valorado por aquellos que no aceptan otra cosa que no sea el independentismo en cada una de las autonomías, en las que las minorías allí representadas lo califican de decepcionante.  Todas las fuerzas políticas que integran la mayoría parlamentaria que sustenta al Ejecutivo de Pedro Sánchez expresaron su rechazo a las palabras de Felipe VI, sin ahorrar descalificaciones, lo que evidencia su irresponsabilidad institucional, llegando a calificarlo como “nacionalista español”,

¿Qué otra cosa puede ser?

Sin respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades, sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad. Nuestros mejores años han transcurrido juntos y desde la transición del 78. España ha prosperado con la alternancia en los gobiernos, con la aportación de cada uno de ellos, sin que uno fuese mejor que el otro.

Los datos emitidos libremente en las últimas elecciones son clarificadores, los partidos constituyentes o que al menos dicen que acatan y aceptan la Constitución, representan el 83 % de los votos emitidos frente al 17 % de los independentistas.

Pero ha llegado la crispación, el deseo de poder, el pactar con aquellos que no respetan lo que siempre se ha defendido. Ya no se puede hacer nada juntos, porque la comunidad está rota. La izquierda ha cambiado de socio constituyente y prefiere entenderse con los enemigos de lo común a forjar una nación compartida con la derecha democrática. Repito, derecha democrática. Que tiene la misma o mayor legitimidad que aquellos cuyos orígenes provenían del tiro en la nuca o más recientemente de un intento de golpe de Estado.

El Rey fue rotundo a la hora de llamar a «evitar que el germen de la discordia se instale entre nosotros»

Cristina Narbona “arrima el ascua a su sardina” interpretando que el Rey solo respalda la acción del Gobierno. El Rey fue rotundo a la hora de llamar a «evitar que el germen de la discordia se instale entre nosotros». El ciudadano Felipe clama y aconseja que caminar juntos aquellos que respetan la Constitución, es la mejor garantía de bienestar y prosperidad.

Lo que sería necesario a ojos de cualquier español es que el líder socialista, responsable de cumplir y hacer cumplir la Constitución, respalde al jefe del Estado en la tesitura de cumplir con su deber. Que lo haya dejado solo en la defensa de España, no parece apropiado por parte de quien afirmó cumplir con la Constitución.

Gracias por el mensaje ciudadano Felipe o Rey, que tanto me da.