Desde el centrismo, el asalto al cielo y salvar a la patria, a diluirse paulatinamente por soberbia, radicalismo y falta de realismo

Ciudadanos se deshizo como un azucarillo en un vaso de agua; los restos de Podemos y Sumar se perciben aún en el fondo del recipiente; y Vox dio muestras, hace ya unos meses, de haber caído en el vaso.

Unos llegaron con ánimo centrista, otros para asaltar el cielo y redimirnos de injusticias y desigualdades, y Vox llegó a salvar a la patria al grito de: ¡españoles, la patria está el peligro, acudid a defenderla!

Sus propuestas, admisibles en un régimen democrático, fueron siempre objeto de controversia, por pretender imponerlas con olvido de los cambios ideológicos y sociales en todo el mundo y de la imposibilidad de dar un vuelco a estructuras asentadas, como la autonómica, o la pertenencia a la UE.

Por otra parte, sus líderes, con frecuencia, mantienen una actitud permanente de tensión y se comportan como si poseyeran la verdad y la idoneidad, olvidando la realidad social. 

Tras las elecciones generales del 2019, creyeron que estaban a un paso de superar al PP y les poseyó la soberbia: ahí queda el calificativo de “derechita cobarde” dedicado al PP y la fracasada moción de censura del año 2020. 

Y comenzaron los descalificativos contra el PP, como si fuera su verdadero adversario político, sin percatarse del origen de los votos de unos y otros, y de que para cambiar el rumbo político deberían entenderse y moderar su maximalismo y radicalidad en determinados temas. 

Vox impulsó dos mociones de censura que no sirvieron para lograr el objetivo de desalojar a Pedro Sánchez de La Moncloa

En marzo de 2023, Vox presenta una nueva moción de censura, con Ramón Tamames como candidato, pero los debates más duros se produjeron entre los dos partidos de derechas, y el PSOE y sus satélites como regocijados espectadores. 

Si bien en las elecciones generales bajaron a 33 escaños, en las comunidades autónomas los pactos con el PP les dieron alas y endurecieron el discurso, incorporando a la dirección del partido a personas más radicales, en vez de adoptar una actitud realista, propia de quien abandona la oposición y pasa a gobernar. 

En noviembre del año 2023, con motivo de la ley de amnistía, Vox alentó a los exaltados que se manifestaron durante semanas ante la sede del PSOE en Madrid, e, incluso, un destacado militante se enfrentó a la policía y asistió a la quema y apaleamiento de un pelele de Sánchez.  

En las recientes elecciones europeas ha surgido un nuevo actor político, SALF, que logró el apoyo de 800.000 votantes y que supone un serio competidor para Vox

Tras las elecciones europeas, Vox parece perder el rumbo definitivamente. Por una parte, abandona el grupo ECR de Meloni en el Parlamento Europeo, para unirse a Patriotas por Europa, liderado por Orban, aliado de Putin; por otra, rompe los pactos que mantenía con el PP en cinco comunidades autónomas, alegando una excusa que no se sostiene, porque el PP se limita a seguir cumpliendo el pacto en vigor alcanzado en el Consejo Interterritorial de las CC. AA., de repartir 400 inmigrantes menores de edad, para aliviar la situación de Canarias. 

A partir de ahora es de esperar un goteo progresivo de militantes de Vox hacia el PP: aquellos que actúen con realismo y sentido común. De momento, algunos no abandonan sus cargos en las CC.AA.

Vox, tendrá que competir con SALF (Se Acabó La Fiesta), más de 800.000 votantes, grupo extremista surgido de las redes sociales, o contemplar el trasvase de sus militantes más extremistas. Aunque SALF carece de programa, sabemos que es antimonárquico, antieuropeísta, y partidario de una reformulación del Estado. 

El PP se ha sentido aliviado con las decisiones de VOX, pues ni el PSOE ni sus satélites tendrán argumentos para seguir usando la muletilla de la ultraderecha cuando se refieran al PP. 

Pero ojo, con SALF; el PP debería tener presente la letra de la canción “El Rey”: “Una piedra en el camino me enseño que mi destino era rodar y rodar…”