Terminamos nuestra guía de viaje a Egipto con los días que se podrían considerar verdaderas vacaciones: el relax. Como sabíamos que íbamos a disfrutar una semana de paliza viendo piedras, contratamos 3 días en Sharm-El-Sheik para tirarnos a la bartola. Esta es la descripción de la última parte del viaje, también aprendimos mucho por si tuviéramos que volver o si tuviéramos que realizar un viaje parecido.
DÍA 8: ASUÁN, TEMPLO DE FILAIE y SHARM-EL-SHEIK Nos despertamos el último día en el barco sobre las 6 de la mañana, teniendo que dejar las maletas preparadas en la recepción sobre las 7 para enfilar nuestra última excursión: el templo de la diosa Philae. Para ir a ese templo el autobús nos llevó a un muelle donde cogimos una barca, ya que el templo se encuentra en una isla. El templo, como en el caso del de Abú Simbel, se encuentra reconstruido en una isla por la inundación provocada por una presa a inicios del s.XX. Desde luego el emplazamiento es espectacular y está lleno de mininos que están acostumbrados a la gente. Mientras que los templos de dioses masculinos están llenos de perros callejeros, éste de energía femenina estaba lleno de gatos.
Desde la presa construida por los ingleses a inicios del s.XX se puede divisar otra maravilla que tiene Egipto: la gran presa de Asuán, que forma uno de los lagos artificiales más grande del mundo: el lago Nasser. Como curiosidad, si la presa de Assuán colapsara, Egipto entero desaparecería en 72h bajo 157 km cúbicos de agua. El lago tiene 35 km de ancho en su punto de máxima amplitud (más del doble que el estrecho de Gibraltar) y unos 550 km de largo.
Cuando terminamos en el templo de Philae, nos llevaron otra vez a una tienda de aceites esenciales (acabamos yendo 3 veces en el viaje) pues el grupo que iniciaba su semana todavía no había ido. Una vez acabado, volvimos al barco donde tuvimos 2 horas muertas hasta ir al aeropuerto para coger el avión que nos llevaría de vuelta al Cairo. De ahí y tras una escala de 5 horas volamos a Sharm-El-Sheik, a donde llegamos de noche.
Sharm-El-Sheik es el Benidorm de África que también tiene visitantes de Rusia y de otros países de oriente medio cercanos. Choca el cambio con el Cairo, pues vienes de una ciudad de unos 20 millones de personas, caótica y con un urbanismo terrible; pasando a una ciudad fundada hace 50 años con grandes avenidas, desarrollo occidental y luces led por doquier. Llegamos al resort y nos sorprendió la vida nocturna que había, algo normal porque por el día hace más de 40 grados.
DÍA 9: SHARM-EL-SHEIK Al día siguiente procedimos a levantarnos sobre las 9 para acudir al desayuno. Dicen que la comida egipcia se puede considerar comida mediterránea, pero se dicen muchas tonterías. El anhelo de proteína es una constante en todo el viaje y francamente es la primera vez que he estado en un buffet en el que solo he comido arroz y pescado o pollo. Una vez desayunamos nos fuimos al mar Rojo a bañarnos. Comparado con el Atlántico el mar Rojo es una sopa, peor incluso que el Mediterráneo. Son muy recomendable las excursiones para bucear o hacer Snorkel. Nosotros no hicimos porque estaba muy reciente el incidente por el cual un tiburón tigre se comió a un ruso en la zona. Habían pasado escasos días y el miedo psicológico era importante.
Hay multitud de excursiones a precios europeos, que no son nada asequibles. Por ejemplo, se podía ir a Petra, en Jordania, mediante barco por unos 300€ por persona; lo que te puede valer ir desde España si miras los vuelos con tiempo. Me quedé con las ganas de hacer submarinismo al SS Thistlegorm, un pecio muy bien conservado que guarda coches, tanques y motos de la época de la II Guerra Mundial.
Por la tarde nos dimos un homenaje con un masaje de dos horas en el hotel que nos costó unos 60€ por persona. Salimos nuevos, si bien cuando por la noche fuimos a dar un paseo nos ofrecieron el mismo masaje por 15€ por cabeza, por lo que es recomendable una vez más hacer todas las compras fuera de los circuitos tradicionales.
Por la noche fuimos a un local en una colina que se llama Farsha. Merece la pena ir por la noche para ver las luces, parece que estás en la película de Aladín. Si añades a los sofás y la música deep-house a las cachimbas y los cóctels de fruta naturales (recordemos que el precio del alcohol es prohibitivo) se convierte en una experiencia muy recomendable.
DÍA 10: SHARM-EL-SHEIK, DESIERTO DEL SINAÍ nuestro último día de vacaciones aprovechamos para holgazanear en la playa y en la piscina. Por la tarde contratamos una excursión por internet, una vez más a mitad de precio de lo que nos ofrecía la agencia, que consistía en ir al desierto en quads a un poblado beduino. Francamente es algo muy poco recomendable pues es poco auténtico y muy explotado. Se puede hacer lo mismo en cualquier otro país. Algo que nos recomendaron pero que no pudimos hacer es ver el amanecer/atardecer en globo aerostático, por lo visto las luces del desierto es una experiencia única.
DÍA 11: SHARM-EL-SHEIK, CAIRO, MADRID, CORUÑA Tocaba viaje de vuelta. A las 4.30 de la mañana arriba para coger el primer vuelo al Cairo a las 7. De ahí escala corta para coger el vuelo de Madrid. Mención aparte merece la única persona que había en el control de pasaportes del Cairo para varios vuelos que salían, casi una hora esperando solo a este trámite. Después de vuelta, vuelo agradable de 5 horas a Madrid donde ganamos una hora al ser un uso horario menos en España. Llegamos sobre las tres de la tarde y de ahí 5 horitas en coche a Coruña.
En conclusión: un viaje que hay que hacer al menos una vez en la vida pero que hay que tener mucho ojo con el presupuesto. Recomiendo encarecidamente buscar cada excursión, los hoteles y los vuelos por separados. Todo allí por tu cuenta vale dos duros y es un país seguro. Toda corriente de información que diga que Egipto no es seguro va encaminada a que pagues un sobre precio a la agencia, que en ningún caso merece el servicio aportado.