España necesita una profunda reflexión sobre la calidad de la enseñanza tras comprobar las carencias de nuestros jóvenes en expresión oral, análisis literario, matemáticas e inglés.
Los jóvenes que hoy rondan los dieciocho años andan en periodo de entreguerras, entre los que ya han aprobado la EBAU, y los que se enfrentarán a la convocatoria extraordinaria. La superen o no, pondrán fin a una maravillosa etapa de conocimiento, experiencias y disfrute. Pero será otra promoción más que, de nuevo, haya quedado ajena al “gran pacto nacional por la educación”. Una declaración que recogen muchos programas políticos y que, al final, no cumple ni el Tato.
Esto es lo que hay, el resultado de una enseñanza estatal planificada, que el partido gobierno utiliza como herramienta meramente ideológica
Estando en una ocasión de tertulia con mi hija mayor y sus amigas, les pregunté si guardaban un buen recuerdo de algún profesor del colegio. De las siete, solo cinco me respondieron que sí y, tan solo una de ellas, recordó a dos personas; el resto, solo nombraron a un profesor, aunque no muy convencidas. Todas coincidieron en calificar al resto como mediocres e insustanciales personajes que, en su mayoría, les habían hecho odiar la asignatura que impartían.
Pues esto es lo que hay. El resultado de una enseñanza estatal planificada, que el partido gobierno utiliza como herramienta meramente ideológica. A ninguno le ha importado nunca descubrir las potencialidades innatas de los más pequeños, armonizar los itinerarios educativos, moldear la secundaria según las aptitudes de los alumnos, gozar de libertad para elegir la lengua vehicular, crear cuadros de profesores profesionales, reducir la densidad de las materias, pero abordarlas con mayor profundidad, …
Un porcentaje importante de jóvenes tienen muchas dificultades de expresión oral, de análisis literario, de operaciones matemáticas y de expresarse en inglés
Los efectos de este gran compromiso de nuestros gobernantes ahí están. Una buena parte de los jóvenes tienen serias dificultades para expresar oralmente una idea con una mínima estructura lógica, o para analizar y comentar con soltura un texto literario; por no hablar de las limitaciones para realizar las operaciones matemáticas más simples, o expresarse con cotidianeidad en inglés. Todo un éxito.
En unas comunidades autónomas se exige un nivel cada vez más alto de lengua cooficial, mientras que en otras disfrutan de la enseñanza de un segundo idioma internacional
Mientras tanto, los aspirantes a superar la EBAU siguen sufriendo diferencias notables en su grado de dificultad, o la aplicación de diferentes sistemas de corrección, según de la Comunidad Autónoma que se trate. A muchos se les exige un nivel cada vez más exigente de lengua cooficial mientras que, otros, disfrutan de la enseñanza de un segundo idioma internacional. ¿No era que todos somos iguales?
Tiene todo el sentido una prueba única de la EBAU en toda España y dejar en manos de la ciudadanía la decisión sobre la obligatoriedad de la lengua cooficial en las escuelas. Sin embargo, como nos tiene acostumbrados, la tibia propuesta del PP se limita a igualar el número de preguntas, el número de días en los que se celebra la prueba, o el criterio para decidir que materias optativas suben nota. Toda una muestra de garra, coraje y ganas de que las cosas cambien…