El pasado 27 de junio un joven de nacionalidad francesa y ascendencia africana llamado Nahel Merzouk, murió abatido por un policía al intentar saltarse un control policial. El individuo conducía sin carné un Mercedes clase A AMG, valorado en unos 60.000€, con matrícula de Polonia y en compañía de otras dos personas. Tras saltarse un control policial anterior, se le procede al dar el alto interponiéndose en su camino un policía. Al no aminorar y acelerar en dirección al control, el policía dispara, matando al conductor y a continuación el coche se estrella con la inercia de la aceleración previa.

Nahel Merzouk tenía antecedentes penales entre los que destacan I) el asalto a un Lidl a punta de pistola en Niza, II) el atraco a una discoteca, III) pertenencia a banda armada y IV) la quema de un concesionario de coches. La versión oficial de la mayoría de los periódicos dibuja a Nahel como un chaval ejemplar sin antecedentes penales, según la información aportada por la familia. La información contrastada por fuentes de la policía francesa dibuja una imagen distinta.

La muerte del chaval se utilizó para una ola de protestas que no se vivían en Francia desde el año 2005. Hay que aclarar que los disturbios no se enmarcan en una protesta por brutalidad policial si no contra el propio Estado francés. La mayoría de las protestantes son ciudadanos franceses que provienen de familias africanas procedentes de las antiguas colonias que Francia tuvo en el continente. El principal problema es que, durante generaciones, los inmigrantes no han adoptado la cultura francesa, sino que se han refugiado en guetos, produciendo un caldo de cultivo que poco a poco iba aumentando hasta que se ha desencadenado por este incidente. A modo de válvula de escape.

Estos incidentes también se extendieron a Bélgica y a Suiza, con una suerte distinta. Bélgica ha seguido el modelo francés de acogida masiva de inmigrantes y también se han generado guetos en el país en los que los nuevos habitantes no tienen ningún tipo de interés por abrazar la cultura del país que los acoge, del cual solo comparten la lengua. En Bélgica ha habido disturbios durante varios días. El caso de Suiza es diferente, en el momento en el que empezaron a producirse disturbios, el país sacó los tanques a la calle; se detuvo e identificó a los causantes notificándoles procesos de expulsión y prohibición de entrada en el país de por vida. Una manera diferente de actuar.

Actualmente vivimos en una época en la que no se puede hablar de ciertos temas para que no te tilden de fascista, xenófobo o racista. Cuando la realidad es que hay mucha población inmigrada con costumbres racistas importadas de su propia cultura original, pero ahora orientada hacia el país que los acoge utilizando la moralidad de la cultura huésped para quedar impunes. En definitiva, la convivencia es posible, pero bajo un paraguas común de las instituciones y la cultura del país huésped. Así si yo me voy a vivir a un país árabe, lo normal es que respete sus costumbres e incluso me empape de su cultura para mejor adaptación.

Pero respondiendo a la pregunta del inicio, España afortunadamente no es Francia. La deuda contraída por la explotación colonial por parte de la metrópoli ha hecho que existan diferentes maneras de ver a Francia dentro de las colonias. Así, en las colonias francesas de ultramar, se valora la metrópoli mientras que los países africanos francófonos desean ver a Francia arder. Tan solo hace falta ver las reacciones en el último mundial de futbol y las actuales en los disturbios.

España por su parte recibe mayoritariamente una inmigración de américa latina, con costumbre propias pero que han estado impregnadas de la cultura española durante siglos por lo que hay un nexo de unión; si bien el problema que puede haber con los países en vías de desarrollo es el uso abusivo de la fuerza y la vuelta a las leyes naturales donde se conquista por énfasis y energía.

Otro caldo de cultivo de protestas se puede medir por las “no go zones” o zonas donde la policía ni se atreve a entrar. En España, las dos primeras zonas donde la policía no entra son las barriadas de “El Príncipe” y la “Cañada de Hidum” en las ciudades de Ceuta y Melilla. Vemos que el patrón se repite con Francia, en este caso son zonas prohibidas para todo aquél que no es identificado como musulmán. La tercera sería la Cañada Real Galiana, en Madrid; relacionada con el tráfico de estupefacientes y esta vez la religión predominante es Evangelista de Filadelfia, aunque el Islam también está pujante. En Cataluña tenemos barrios en Santa Coloma de Gramanet y el barrio de “la Mina” en Sant Adriá del Bessos. Por último, si bien puede haber más, pero estamos repasando zonas más importantes, serían las tres mil viviendas en Sevilla.

En el caso de Francia, desgraciadamente hay una “no go zone” en cada ciudad importante. Son zonas donde la ley la rige el Imán y donde la policía necesita fuertes dispositivos para poder entrar. Esta es la principal diferencia entre España y Francia, en estas zonas se manifiesta la voluntad por no integrarse y siempre se va a dispara hacia la población local por “no hacer lo suficiente” para que estas personas se integren. Dependiendo de la evolución en el número de estas zonas podríamos tener conflictos en España parecidos a los de Francia. Los últimos conflictos que ha habido en España se enmarcan más en nacionalismos que relacionados con la inmigración.

La diferencia entre culturas se puede ejemplificar con un hecho. El 3 de Julio en Madrid, un ciudadano de nacionalidad española y ascendencia marroquí entraba a robar a plena luz del día en una tienda situada en la plaza de Tirso de Molina, en pleno centro. Después del robo, el individuo apuñalaba hasta la muerte a la regente del establecimiento, de 61 años. En los periódicos en ningún caso se destaca que es un crimen machista porque entonces se tendría que escarbar en el pasado y la nacionalidad del individuo agresor, y esa historia no interesa. Hay que destacar que el presunto autor material del apuñalamiento era conocido de la zona por parte tanto de vecinos como de la policía por sus hábitos incívicos.

¿Se imaginan que el pueblo español castellano viejo, se levantara en armas en una suerte de noche de los cristales rotos contra la población magrebí? ¿A que no? Por que no existe caldo de cultivo previo y porque la moralidad nos contiene, porque en el momento que protestáramos contra esa lacra no saldríamos del paradigma moral que nos contiene. Habrá que mirar más allá del paradigma moral y no dejar que los dogmatismos, de un lado y del otro, nos encarcelen. Tan solo estamos informando de lo que viene. El que quiera entender, que entienda.