Volvemos de nuevo a Croacia para visitar la segunda ciudad más grande del país y la más grande de la región de Dalmatia.

Esta ciudad de más de 150.000 habitantes, ubicada a la orilla del Mar Adriático, es uno de los destinos más visitados del país y uno de los más bonitos sin ninguna duda. Split tiene que ser una parada obligatoria en vuestra visita a Croacia.

En este artículo os contaré cual es la mejor manera de viajar hasta Split, cuáles son los monumentos más importantes de la ciudad y en que lugares podréis degustar la gastronomía croata al mejor precio ¡Empezamos!

¿Cómo llegar?

Viajar a Split desde España no es nada barato ni rápido, ya que los precios se sitúan entre los 130 y los 260€ (ida y vuelta), sin conexión directa. Sin embargo, en determinados meses del año, como junio y octubre, hay vuelo directo desde Barcelona por menos de 90€.

Tal como os recomendé en el artículo sobre Dubrovnik, en el caso de no encontrar buenas combinaciones de avión hasta Split, buscad vuelos a Zadar, ya que suelen ser más económicos y la ciudad se encuentra a tan solo 1 hora y 40 minutos en coche. El trayecto a Split desde Dubrovnik en coche es de 2 horas y 50 minutos, por lo que volar hasta allí también es otra buena opción

Toda la costa está muy bien conectada por transporte público y viajar es muy económico, pero lo ideal es alquilar un coche para no perderse todos los paraísos naturales que esconde la región de Dalmatia. 

¿Qué ver?

Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979, el casco histórico de Split es una joya que os hará sentir cómo estuvieseis viviendo en la época romana. Gran parte de la ciudad vieja está ocupada por el Palacio de Diocleciano, la residencia de verano del Emperador romano que data del siglo IV. Diocleciano nació en Salona, una localidad a tan solo 15 minutos en coche de Split, por ello ordenó la construcción del complejo cerca de su localidad natal, para disfrutar después de su abdicación en el año 305 d.c. El complejo no es un palacio como tal, es una zona de 30.000 metros cuadrados, donde se encuentran los principales monumentos de Split.

La entrada al palacio es completamente gratuita, pero si tenéis pensado visitar la Catedral de San Domnión o el Templo de Júpiter, deberéis pagar 4 y 3€ para ello. El antiguo mausoleo de Diocleciano fue reconvertido en catedral en el siglo VIII y en el siglo XIII se añadió el campanario. Si queréis subir hasta lo más alto de la torre también tendréis que pagar entrada. Lo mismo sucede con el Templo de Júpiter; en el siglo X este pequeño santuario, en honor al Dios romano, fue reconvertido en un baptisterio cristiano con una figura de bronce de San Juan Bautista. En la entrada, tanto de la catedral como del templo, os encontrareis con una de las 12 esfinges originales traídas desde Egipto por orden de Diocleciano.

El núcleo del Palacio de Diocleciano es el Peristilo, la plaza central del casco histórico y el lugar donde se encuentra la catedral y los sótanos del palacio. Las galerías se preservan al igual que se encontraban hace dos mil años. Esta zona servía de almacén y en la actualidad está repleta de pequeños puestos de souvenirs. Al igual que Dubrovnik, Split fue escenario de muchas escenas de Juego de Tronos, las galerías son la cripta donde Daenerys encerraba a sus dragones. Si sois fans de la serie, podéis visitar el Museo de Juego de Tronos, ubicado también en el casco histórico o hacer un tour que os llevará por los rincones donde grabaron la serie. El precio del museo es de 14€.

Además de la Plaza del Pueblo, otros dos lugares que no podéis perderos son la Plaza la República y la Plaza de la Fruta. Gran parte del casco histórico está amurallado y para acceder tendréis que cruzar por una de sus cuatro puertas: la Puerta Aurea, la Puerta Férrea, la Puerta de Latón y la Puerta Platea. 

Justo a la salida de la Puerta Aurea os topareis con la gigantesca estatua de bronce en honor a Grgur Ninski, el obispo que defendió el uso de la lengua croata en misa durante el siglo X, ante la presión de la Iglesia Católica de imponer el latín. Dicen que hay que tocar el dedo pulgar de la estatua para volver a Split en el futuro, por lo que si queréis regresar a esta preciosa ciudad no os olvidéis de pasar por la estatua.

Tras perderos por las estrechísimas calles de la ciudad vieja os recomiendo caminar por el Paseo Marítimo y tomar algo en alguna de sus terrazas. Si seguís paseando, llegareis hasta la terminal de cruceros y después os topareis con las primeras playas de la ciudad. Toda la zona de calas está repleta de chiringuitos y restaurantes con muchísimo ambiente.

¿Dónde comer?

La cocina tradicional croata es una mezcla deliciosa de la gastronomía eslava, húngara y turca, pero en la costa la influencia de la gastronomía griega es predominante. Al contrario que en su vecina Dubrovnik, los precios en Split son mucho más económicos e incluso de mejor calidad, por lo que os resultará mucho más fácil encontrar lugar para comer.

Dos de los platos más populares son los njoki, la versión croata de los gnocchi servidos con carne guisada, y la kotlovina, una variedad de carnes a la parrilla acompañadas por patatas y champiñones. El pescado y el marisco juegan un papel principal en la gastronomía croata, encontrareis calamares, pulpo, mejillones y ostras en los menús de casi todos los restaurantes.

Un restaurante con una relación calidad-precio excelente es Zlatna Ribica, ubicado justo al lado del mercado de pescado. Este es uno de los locales más populares de la ciudad y su especialidad son los platos de frituras para compartir. Si no queréis saliros del centro histórico y probar otros platos tradicionales, mi recomendación es el restaurante Konoba Hvravin.

Como opción fast food os recomiendo el cevapi de Kantun Paulina. No podéis iros de los Balcanes sin haber comido estas salchichas cocinadas a la parrilla y servidas con ajvar (una salsa de pimiento rojo). Como ya sabéis, los burek son otro clásico de comida rápida que no podéis perderos, los encontrareis en todas las panaderías, pero los más famosos son los de ST Burek.

Hasta aquí esta pequeña guía de Split. Como siempre, espero que os haya resultado interesante y que os sea de utilidad en vuestro viaje a esta maravillosa ciudad croata. Tenía el listón muy alto después de haber visitado Dubrovnik, pero Split no defraudó en absoluto. Es una ciudad muy viva, pero tranquila y cómoda al mismo tiempo. No sientes el agobio de turistas de Dubrovnik, los precios son mucho más asequibles y la gente es encantadora. Ya estoy deseando volver.