Continuamos este noviembre repleto de viajes con una escapada a un ciudad muy poco popular turísticamente, pero de las que más me ha sorprendido hasta la fecha. Hacía años que no visitaba esta zona de Europa y tenía las expectativas bastante bajas ya que pensaba que ninguna otra ciudad del Báltico podría ser tan bonita como Tallin, pero esaba muy equivocado. La guía de hoy se centra en la capital de Letonia, Riga.

Situado entre Estonia y Lituania, este pequeño país de 1.850.000 habitantes fue uno de los estados satélite de la Unión Soviética hasta 1991. Tras estar bajo el control del imperio Polaco-Lituano, Suecia y Rusia durante la mayor parte de su historia, Letonia declaró su independencia el 18 de noviembre de 1918. El país fue gobernado democráticamente hasta 1934, año en el que el Presidente Karlis Ulmanis instauró un régimen autocrático. Comenzada la Segunda Guerra Mundial, Letonia cedió parte de su territorio a la Unión Soviética para la instalación de bases militares como consecuencia del pacto Molotov-Ribbentrop entre la URRS de Stalin y la Alemania de Hitler. En 1940, Letonia fue invadida por el Ejercito Rojo y anexorada a la Unión Soviética. Con la avance de las tropas nazis hacia el Este, Letonia estuvo bajo control alemán entre 1941 y 1944, fecha en la que las tropas soviéticas volvieron a controlar el territorio.

 

 

La posguerra en Letonia estuvo marcada por la colectivización de la agricultura y las deportaciones de más de 135.000 personas entre 1945 y 1952 a los gulags de Siberia y el Norte de Rusia. Llegados a finales la década de los 80, la introducción de las reformas políticas y económicas presentadas por Gorbachev impulsaron el inicio de protestas masivas en Riga a favor de la libertad del país. La imágen más icónica de estas manifestaciones es la de “La Cadena Báltica” de 1989, una cadena humana formada por dos millones de personas como protesta a la ocupación soviética en Estonia, Letonia y Lituania. La cadena de 600 kilómetros empezaba en Tallin, pasaba por Riga y terminaba en Vilna, lo que sirvió para demostrarle al mundo la oposición de estos tres estados bálticos al régimen soviético.

 

 

En 1990, el Frente Popular de Letonia obtuvo una mayoría de dos tercios en las primeras elecciones democráticas celebradas en el país desde 1931. En mayo de ese mismo año, se aprobó la declaración de la restauración de la independencia de la nueva República de Letonia. Pese a ello, Moscú siguió considerando a Letonia como una República Soviética hasta agosto de 1991, fecha en la que Letonia obtuvo independencia total tras el fallido golpe de Estado de las fuerzas soviéticas.

¿Cómo viajar?

Este fue uno de los pocos viajes que he hecho en avión desde mi llegada a República Checa, ya que el trayecto en tren dura casi un día entero. El aereopuerto más cercano a Brno es el de Viena y se pueden encontrar vuelos por entre 30 y 40€ ida y vuelta.

El viaje desde España es más complicado y caro,      ya que no hay vuelo directo desde nuestro país y el billete más económico no baja de 80€. Otra manera de visitar Riga es en crucero, ya que suele ser uno de los puertos habituales de la ruta por el Mar Báltico. Si teneis la oportunidad de hacerlo, no lo dudeis un segundo más, este es en mi opinión el crucero más bonito de Europa.

¿Qué ver?

Declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, el Centro Histórico de Riga es una auténtica joya arquitéctonica pese a que se trate de una reconstrucción, ya que la ciudad fue arrasada durante la Segunda Guerra Mundial.  La combinación de Art Noveau, con edificios medievales y de madera te harán viajar atrás en el tiempo. De hecho, la mejor concentración de arquitectura Arte Noveau en Europa se encuentra allí.

 

 

El núcleo de la ciudad vieja es la Plaza del Ayuntamiento, lugar donde podrás visitar la Casa de las Cabezas Negras y la Estatua de Roland. Este edificio de estilos gótico y barroco fue construido en el s.XIV por “Los Cabezas Negras”, un grupo de mercaderes alemanes que era parte de la federación comercial conocida como la “Liga Hanseática”. En su interior podrás visitar la exposición permanente que cuenta la historia del edificio, la entrada son 7€ para adultos y 5€ para estudiantes. En mi opinión, este es sin duda el edificio más espectacular de la ciudad.

 

 

Riga cuenta con dos catedrales, la Catedral de Santiago de Cristo (católica) y la Catedral de la Natividad de Cristo (ortodoxa). Santiago de Cristo es una catedral medieval del s.XII que pasó a ser luterana en dos momentos de la historia e incluso sirvió como almacen de alimentos a principios del s.XX. Lo más destacado de la catedral es su órgano, considerado como uno de los órganos con mayor valor histórico del mundo. Construido en 1883 y con 6.718 tubos, este fue el más grande de su tiempo. La entrada a la catedral es de pago y tiene un coste de 5€.

 

 

Pero sin duda, la iglesia más bonita de la ciudad es la Catedral Ortodoxa. Construida en 1884, esta iglesia de estilo neobizantino sobrevivió a las dos Guerras Mundiales pero no pudo con el régimen comunista. A principios de los 60, las autoridades soviéticas fundieron las 12 campanas del templo para convertirlo en un planetario y más tarde en un restaurante. Con el regreso de la democracia a Letonia en la década de los 90, comenzaron los trabajos de reconstrucción del templo para poder rehabilitarlo a su estado original. La entrada a la catedral es gratuita.

 

 

Otras iglesia que merece la pena visitar es la Iglesia de San Pedro, ya que desde su torre de 123 metros podrás observar las mejores vistas del casco histórico. Tras el colapso de la torre original en 1666, la nueva torre barroca construida 24 años más tarde era la estructura de madera más alta de su tiempo. En el s.XVIII un rayo la quemó y tras su reconstrucción por órdenes del zar Pedro I de Rusia, esta fue de nuevo destruida durante la Segunda Guerra Mundial. La torre actual es de 1970 y el precio para visitarla es bastante elevado, 9€. La Iglesia de San Pedro fue declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 1997 junto al casco histórico.

Riga es una ciudad perfecta para pasear y dejarse perder por sus espectaculares calles y edificios, como la calle Alberta Iela o la Casa de los Gatos en la Plaza Livu, la plaza más pintoresca y animada de la capital. Tres de las edificios más famosos de la capital son los conocidos como “Tres Hermanos”, tres casas contiguas constuidas por los miembros de una misma familia en tres épocas distintas. La número 17 fue construida en el s.XV y es de estilo gótico, la número 19 es del s.XVII y de estilo marienista y la número 21 es barroca y data de finales del s.XVIII.

 

 

Saliendo del casco histórico te toparás con el Monumento a la Libertad, una columna de 42 metros en honor a los caidos durante la Guerra de Independencia entre 1918 y 1920. Las tres estrellas simbolizan las tres regiones históricas de Letonia: Kurzeme, Vidzeme y Latgale. El monumento se encuentra en el Parque Bastejkalns, el sitio perfecto para dar un paseo por el río tras haber recorrido todos los monumentos de la zona histórica.

 

¿Dónde comer?

Debido a su proximidad a Rusia y los países escandinavos, la gastronomía letona está claramente influenciada por la cocina de estos países y también se basa en ingredientes como el pescado, el cerdo, la patata y las verduras. Como en España, en Letonia también se como con pan, siendo el de centeno el más típico. Como vereis a continuación, este país está loco por el pan de centeno, incluso varios postres lo llevan.

El plato nacional es el Pelēkie zirņi ar speķi, una especie de estofado con guisantes, bacon y cebolla. Como sucede en todos los países del Este, las sopas juegan un rol muy importante en la cocina tradicional, siendo las más populares la Skābeņu y la Frikadeļu (la primera de verduras y la segunda de carne). Para los amantes del pescado, no podeis iros del país sin haber probado el pescado ahumado, que suele ser arenque o bacalao. Es muy típico de los pueblos costeros de Letonia, pero podrás encontrarlo en el Mercado Central de Riga, uno de los más grandes de Europa.

 

 

En cuanto a fast food, te recomiendo Hesburguer, tienen hamburguesas por 1,30€ y es perfecto para salir del paso. Para ponerle el toque dulce a este festín, os recomiendo probar el Rupjmaizes Kārtojums, uno de los postres más populares en Navidad. Consiste en migajas de pan de centeno, mermelada, canela y nata, aunque hay versiones con chocolate. Ya os había avisado que usaban el pan hasta en los postres…

 

 

Para poder degustar la gastronomía local teneis muchísimas opciones por toda la ciudad, desde los puestos de comida del mercado hasta buffets self-service. Un lugar perfecto para comer bien y sumergirte en la cultura letona es Folkklubs Ala Pagrabs, donde comerás acompañado de música tradicional. Cuentan con menús del día por unos 5€, pero tendrás que recurrir al traductor porque no la carta no está en inglés. Recomiendo reservar con antelación porque es bastante turístico. Otra gran opción para comer por menos de 10€ es Lido, un cadena de buffets de comida tradicional que podrás encontrar por toda Riga. Un restaurante bastante conocido por su peculiar ambientación en la Edad Media es Rozengrals, pero tened en cuenta de que no es un restaurante barato.

Por último, no os podeis ir de la ciudad sin haber visitado algunos de sus pubs y haber vivido la cultura nocturna. La mayoría de locales son gratis con ropero incluido, algo que no había visto nunca. Os recomiendo ir a MyBeer para ir a tomar algo y el Rock Café para salir, este es un pub que tiene discoteca en la parte de arriba y karaoke en la de abajo. Si lo que buscais es probar el alcohol típico, no hay nada más tradicional que un chupito de Bálsamo Negro, un licor de hierbas y vodka. Dicen que si no lo pruebas es como si no hubieses visitado Riga, pero ya os advierto de que es fuertecito.

 

 

En general, Riga ha sido una ciudad una auténtica sorpresa, es bonita, barata y completa. Me pareció un lugar muy distinto al resto de sitios que he visitado en los últimos meses y con una arquitectura única, es un lugar que tiene su propia identidad y con mucho ambiente a cualquier hora del día. Es cierto que se me hizo un poco pequeña y dos días son más que suficientes para verlo todo, por lo que os recomendaría visitarla si deseais hacer una pequeña escapada o os queda de camino a otro destino. Espero que os haya gustado este nuevo artículo y que os anime a visitar una de las joyas del Báltico. ¡Nos vemos pronto!