La historia, cultura y amabilidad de su gente convierten a esta ciudad de 1.800.00 habitantes en un destino único en Europa.

Estamos de vuelta por los Balcanes, haciendo una parada en la ciudad más importante de esta maravillosa región de Europa, Belgrado. La capital de Serbia es uno de los destinos que más interés tenía en visitar desde el comienzo de mi Erasmus y no me defraudó en absoluto. 

Situada entre la confluencia del Danubio con el Sava, el territorio donde actualmente se sitúa la “ciudad blanca” fue el asentamiento de diversas civilizaciones a lo largo de la historia. Los Vincha fueron los primeros en asentarse en la zona sobre el 4.800 a.c, luego los celtas y posteriormente los romanos, conquistaron este territorio bajo el liderazgo del emperador Augusto. 

Tras formar parte del Imperio Bizantino, el Primer Imperio Búlgaro, el Reino de Hungría y el Imperio Otomano, Belgrado fue parcialmente destruida durante la guerra entre los Habsburgo y los Otomanos entre los siglos XVI y XVII. Tras la Revolución Serbia entre 1804 y 1835, Belgrado fue nombrada la capital de Serbia y posteriormente de Yugoslavia entre 1918 y 2006. 

En total, la ciudad ha sido testigo de 115 batallas y numerosos bombardeos, el último de ellos tuvo lugar hace tan solo 25 años y todavía se aprecia al pasear por la ciudad. Entre marzo y junio de 1999, la OTAN bombardeó Belgrado durante 77 días, sin aprobación de la ONU, para intentar poner fin a la Guerra de Kosovo. Las ruinas, todavía visibles, del Edificio de la Radio Televisión Nacional de Yugoslavia, sirven de recuerdo de que los bombardeos siguen muy presentes en la ciudad.

Como siempre, en este artículo, os contaré cual es la mejor forma de viajar hasta Belgrado, que monumentos no podéis perderos en vuestra visita y cuáles son los mejores restaurantes donde comer. ¡Comenzamos!

¿Cómo llegar?

Serbia es un país bastante accesible para viajar desde España, pero los únicos vuelos directos parten desde Barcelona. El trayecto ronda los 80 y 100€ (ida y vuelta), aunque en los meses de noviembre y diciembre podréis encontrar ofertas sobre los 60€.

Belgrado está muy bien conectada con Zagreb y Budapest, así que podéis pasar unos días en una de estas ciudades y de ahí desplazaros a Belgrado. El viaje desde ambas dura unas 6 horas y el precio del billete es de 20€ por trayecto.

Aunque Serbia no sea Estado miembro de la Unión Europea, los españoles podemos viajar al país con el DNI, pero aun así es recomendable llevar el pasaporte. Recordad que la Tarjeta Sanitaria Europea no sirve en este país, por lo que es importante contratar un seguro si viajáis varios días. Por último, el cambio de dinares serbios a euros es de 117.20 RSD a 1 EUR.

¿Qué ver?

  • Kalemegdan

No hay lugar con más historia en la ciudad que Kalemegdan. La impresionante fortaleza situada en lo alto de la colina con el mismo nombre, cuya construcción se remonta al siglo III a.C. Tras haber sido destruida en numerosas ocasiones, la actual estructura consiste en una reconstrucción de finales del siglo XVIII. Como señalaba en la introducción, Belgrado ha sido el epicentro de muchísimas batallas, de hecho, Kalemegdan proviene de las palabras turcas kale (fortaleza) y meydan (campo de batalla).

Dentro de la fortaleza podréis visitar la Iglesia de Ružica, el Museo Militar o la Tumba de los Héroes Nacionales. Os recomiendo visitar Kalemegdan durante el atardecer, porque la panorámica de la ciudad desde allí es impresionante. En la actualidad muchas zonas se han habilitado para construir parques, pistas de tenis y canchas de baloncesto.

La fortaleza se encuentra al final de la calle más importante de Belgrado, la Calle Knez Mihailova, por lo que no tendréis problema en encontrarla. Esta animadísima calle comercial, de un kilómetro de longitud, conecta la Plaza de la República con Kalemegdan. Su nombre hace honor al príncipe Mihailo Obrenović III de Serbia. En la Plaza de la República se encuentran el Teatro y el Museo Nacional.

  • El Templo de San Sava

Completada su parte exterior en el año 2003, tras 68 años en construcción debido a la interrupción a causa de la Segunda Guerra Mundial, el Templo de San Sava es la iglesia ortodoxa más grande de Europa y la segunda más grande del mundo. Cuenta con una gigantesca cúpula de 70 metros de altura y tiene una capacidad para albergar a 10.000 personas. 

En el templo también podréis visitar la cripta de San Sava. Allí se encuentra su tesoro y los restos del Santo que fueron incinerados por los otomanos en 1595. San Sava fue el fundador de la Iglesia Ortodoxa Serbia y el primer arzobispo del país entre 1219 y 1233.

 

Al estar depender únicamente de donaciones para su financiación, el templo todavía está inacabado en su interior, pero ello no afecta a la preciosa decoración a base de mármol y mosaicos dorados. La entrada es totalmente gratuita.

  • La Asamblea Nacional de Serbia

Uno de los edificios más impresionantes de toda la capital es el de la Asamblea Nacional de Serbia, un imponente edificio que ocupa casi toda la plaza Nikola Pašić y para el que se necesitaron 29 años para construirlo. Justo en frente del parlamento, se encuentra el Palacio Nuevo, la residencia del presidente de Serbia. El actual presidente, Aleksandar Vučić, lleva desde 2017 en el cargo.

Durante el primer sábado de cada mes se ofrecen visitas guiadas, tanto a la Asamblea Nacional como a al Palacio Nuevo, solicitándolas en las oficinas de turismo, por lo que si os coincide viajar en esa fecha intentad pedirlo lo antes posible, porque las plazas se agotan rápido.

  • Iglesia de San Marcos

A tan solo 5 minutos caminando por la misma avenida donde se encuentra la Asamblea Nacional, llegareis hasta el parque Tašmajdan, lugar donde se encuentra la Iglesia de San Marcos. El templo fue gravemente dañado durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y tuvo que ser reconstruida. 

Esta iglesia ortodoxa de estilo neobizantino alberga la cripta con restos de varios miembros de la familia real serbia, entre ellos los de Alejandro I, el último monarca en reinar Serbia. La entrada es gratuita.

  • Museo Nikola Tesla

Aunque son muchos los museos que merecen la pena visitar, si me tuviese que quedar con uno sin duda sería el Museo de Nikola Tesla. 

El mundialmente conocido inventor nació en 1856 en el pequeño pueblo de Smiljan, una localidad perteneciente a Croacia en la actualidad, pero que estaba bajo el control del Imperio Austrohúngaro en aquella época. Los padres de Tesla eran serbios y el genio expresó en numerosos escritos que él también se identificaba como serbio. 

El museo alberga una gran colección de objetos personales, artefactos originales e imágenes del inventor. Sus invenciones son explicadas de forma interactiva a través de un breve video y una serie de experimentos que te dejarán con la boca abierta. Entre sus más de 300 patentes registradas, sus inventos más destacados son el motor eléctrico de inducción alterna, la bobina Tesla y el descubrimiento del campo magnético rotatorio. 

La entrada al museo es de 800 RSD para adultos y 500 RSD para estudiantes, no aceptan pagos en tarjeta o en euros.

¿Dónde comer?

Una de las cosas que más me sorprendió de Belgrado fue la increíble oferta gastronómica que ofrece y la calidad de ésta. La cocina serbia es muy parecida a la del resto de países balcánicos, lo que es sinónimo de deliciosa. Se trata de una combinación de sabores mediterráneos, centroeuropeos y bizantinos, un reflejo de las distintas culturas que han dominado este territorio a lo largo de la historia.

Como comenté en los artículos sobre Albania y Macedonia del Norte, dos de los platos más populares en los Balcanes son la sarma (hojas de col rellenas de un sofrito de carne de cerdo y arroz) y los cevapčiči (salchichas a la parrilla). También son muy típicos los pimientos rellenos (punjene paprike) con carne y verduras, suele acompañarse con una salsa de tomate y patatas cocidas de guarnición. Otro plato delicioso es el podvarak, consiste en cerdo al horno con chucrut, ajo y cebolla. 

La opción fast food que os recomiendo es el burek, tanto el de queso como el de carne están espectaculares pero mi favorito es el de queso y espinacas. Los mejores bureks de Belgrado los encontrareis en Pekara Trpkovic. Otro plato de comida rápida es la pljeskavica, una hamburguesa de cerdo o cordero servida en un pan de pita como un döner kebab. Comedla en los puestos callejeros y no en los restaurantes.

La mejor zona para comer es el barrio de Skadarlija, un barrio bohemio repleto de arte urbano y terrazas al aire libre. Un restaurante tradicional excelente es el restaurante Prolece, muy bien de precio y en pleno centro. Si sois lectores habituales, os habréis dado cuenta que nunca recomiendo restaurantes que no sean de comida tradicional, pero en esta ocasión estoy obligado en hacer una excepción. En la misma calle donde se encuentra Prolece se ubica la pizzeria Majstor i Margarita, sin duda uno de los mejores sitios para comer en toda la ciudad. Sus pizzas son un auténtico escándalo, de las mejores que me he comido en mi vida.

No puedo hacer un artículo sobre Belgrado sin mencionar su cultura de noche, ya que esta es una de las más vibrantes de Europa. Ambas orillas del Danubio están llenas de discotecas y bares para tomar algo, en verano la fiesta se traslada a los barcos. La discoteca más conocida de la ciudad es Drugstore, una meca para los amantes de la música electrónica y de noches locas. El local donde suelen salir los estudiantes es KST, una discoteca que literalmente se encuentra debajo de la Facultad de Ingeniería Electrónica de la Universidad de Belgrado. Está permitido fumar dentro de los locales.

Hasta aquí el artículo de hoy, espero que os haya gustado tanto como Belgrado me ha gustado a mí. Hacía tiempo que una ciudad no me dejaba tan buena sensación. Es un lugar con una cultura e historia única, que no deja insatisfecho a nadie. Si teníais dudas sobre si merece la pena visitar Serbia, no hace falta que lo penséis más. ¡Nos vemos en la próxima aventura!