Una reflexión sobre la enorme velocidad a la que cambian todo en los últimos años.
Uno de los rasgos más característicos de llegar a tener años es que eres testigo de lo mucho que han cambiado las cosas, y no todas las acabas de procesar.
Lo primero que hay que tener claro es que uno ya no es el mismo ni tiene las mismas capacidades de adaptación. Así como que las nuevas generaciones repiten el mismo patrón rompedor que siempre encarnaron y encarnamos en la juventud.
Los cambios sociales experimentaron un aumento vertiginoso en los últimos 40 años.
Ahora bien, creo que podrán coincidir conmigo en que los cambios sociales en estos últimos 40 años, en nuestro país, han sido los más trepidantes de la historia. De nuestra vida en los ochenta a la que hoy viven nuestros hijos, han pasado muchas más cosas que años.
Hoy son fruto de unas circunstancias absolutamente diferentes. Las prioridades, los modelos, el nivel de protección, la relación con el mundo laboral, el acceso al todo y ya ha configurado una generación que a la mayoría de los boomers nos puede superar.
Y creo que debemos tratar de entender, respetar y acompañar a los que vienen detrás porque, al fin y al cabo, son los que darán inmortalidad a nuestros genes y porque ellos tendrán que hacerse cargo del mañana.
Toca aceptar y confiar, como siempre, ante el cambio de paradigma, y entender que la humanidad seguirá tranquilamente en evolución.
Es muy recurrente eso de ¿qué podemos esperar de estos jóvenes de hoy?, cuando lo trascendente es ¿qué esperan ellos de ese futuro que será solo de ellos?
Y a ese nivel se desenmascarará el perfil de esta generación, como tantas otras anteriores, que tendrá que resolver los retos que se le planteen sin la hiperprotección de sus padres.
Cuando llegue ese momento se verá como el poder de adaptación que tenemos los humanos hará posible muchas de las cosas a las que aspiran y aceptarán corregir otras ante su inviabilidad. ¡En cualquier caso será cosa de ellos!
En un tiempo dominado por las redes sociales y de venta de realidades utópicas, también conviven y convivimos con la crudeza de los conflictos en directo, cuando históricamente estuvimos ajenos a lo que no nos era próximo. Parece pues razonable que muchos de nuestros jóvenes les cueste ser permeables a lo mucho que ven y oyen. ¡Aprenderán sin duda!
Mientras tanto, mucho cariño, mucha presencia y algo de paciencia para que procesen el aprendizaje que es vivir responsablemente y encarar su proyecto de vida. El nuestro ya lo hemos desarrollado nosotros.
Así que toca aceptar y confiar, como siempre, ante el cambio de paradigma, y entender que la humanidad seguirá tranquilamente en evolución.
¡Buena semana a todos!