Manuel nos recordó-los últimos dos domingos- que la catequesis de este “curso 23/24” empezaban, y, como todos los años, pidió voluntarios entre los niños para rezar el Padrenuestro desde el Altar. Una niña aceptó el reto, y dejando atrás el miedo escénico, dirigió la oración más importante del Cristianismo. Según los Evangelios. Se trata de la oración con la que Jesucristo les enseñó a los Apóstoles cómo debían rezarle  a Dios Padre. Hasta los agnósticos conocen esta oración, que dice:

“Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos  ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Mi padre (terrenal) cumplirá 93 años este 28 de octubre. A pesar de los años, está fuerte como un roble, y de cabeza, creo que podemos calificarlo de “envidiable”: es capaz de recitar de memoria cualquier pasaje de “la venganza de Don Mendo”, y le divierte recitar la clasificación de los insectos. Algo que a mí me resulta difícil sólo leer sin equivocarme. Prueba tú: dípteros, hemípteros, ortópteros, coleopteros, lepidópteros y monópteros y onotos.

No todo es perfecto, y la memoria reciente a veces le juega malas pasadas…; se repite sin darse cuenta. Pero la cabeza le funciona bien, razona perfectamente, y podemos escuchar en ocasiones reflexiones que no encontramos en ningún otro lugar.

Por ejemplo: que el Padrenuestro está mal traducido.

Considera imposible que-en la segunda parte de la oración- Jesús propusiera que los apóstoles que se pusieran de modelo ante Dios Padre: “perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos…”.Cabe mayor ejercicio de Soberbia o Arrogancia explicarle a Dios cómo debe perdonar, y decirle que se fije lo bien que perdonamos los hombres…”??¡¡¡.

Parece que lo que debió proponer Jesús fue pedir a Dios Padre que”perdone nuestras ofensas y que nosotros perdonemos a quienes nos ofenden (algo -es decir; le pedimos ayuda, porque muchas veces- muy difícil perdonar)

El error procedería de muchos siglos de desgaste y muchas traducciones desde el original: Jesús debió enseñar en arameo, que era la lengua de la gente llana de su época, o, para ser más exactos, en uno de los ocho dialectos que tenía el arameo, antes de traducirse al hebreo (el hablado por la clase alta), para desde ahí, traducirse al latín-el idioma de los ocupadores de Palestina y  Judea. Y con la entrada del cristianismo en el imperio romano, el mensaje de Jesús se fue extendiendo, traduciéndose a los idiomas locales de cada esquina del imperio.

Muchos años, muchas traducciones, y errores o interpretaciones de gente llana arrastrados… Yo me acordé de la mili, cuando hacíamos el ejercicio de “marcha nocturna”, y el sargento le decía una consigna al soldado que iba en cabeza, éste debía trasladarla al segundo soldado, este al tercero. El sargento esperaba al último soldado de la formación y le preguntaba la consigna.; nada se parecía a la que él había dicho al primer soldado de la formación.

Pero nos resulta más cómodo no pensar y rezar con la fe del carbonero, y -aunque recitemos la oración más importante del Cristianismo- no pensar lo que decimos.

Solo algunas veces surge un pensador que nos empuja a  reflexionar, y pedir que en la catequesis de los domingos se limpien, se de esplendor y se expliquen las  oraciones que conforman los pilares de nuestra religión, sin trasladar a los niños el mismo error que recibimos.

A mí me parece una reflexión relevante, la de mi padre y me pareció que yo la escuchaba con la responsabilidad de compartirla con quienes no tienen la suerte de contar con un padre como el mío. Se la comentaré a Don Manuel, y-si me corrige, volveré sobre el tema.