La AET espera recibir 23 millones de declaraciones, de las que el 60% saldrán a devolver por un importe de 12.000 millones
Javier Gómez Taboada
Abogado tributarista. Socio de MAIO LEGAL (www.maiolegal.com)
El pasado 4 de abril arrancó la, así denominada, “Campaña de Renta/2023”, durante la que la Agencia Tributaria (AEAT) espera recibir la friolera de más de 23 millones de declaraciones; de las que se estima que más del 60% será a devolver por un importe que se aproximará a los 12.000 millones de euros. Las cifras son del todo mareantes y dan una idea de la inmensa capacidad de gestión de la AEAT; prueba de ello es que, en las primeras doce horas de aquel 4 de abril, ya se presentaron más de 700.000 declaraciones, muchas de ellas a través de la aplicación móvil (un 22´4% más que en la edición anterior).
El IRPF grava nuestras rentas, penaliza especialmente las rentas del trabajo en detrimento de las de ahorro y, en teoría, es progresivo
El IRPF es el impuesto nuclear de nuestro sistema (¿!?) fiscal; sobre todo por ser el que involucra, ya en primera persona, a más ciudadanos que, en su faceta de contribuyentes -lo que dignifica su ciudadanía-, llaman a la puerta de la Administración para hacer sus cuentas con el erario. Ya, por ello, es una manifestación individual (masiva, pero individual) de la contribución que, todos y cada uno de nosotros, hacemos al sostenimiento de lo público: nos salga a pagar o a devolver (que es nuestro propio dinero que hemos anticipado en exceso), es un acto cívico por excelencia; obligado, sí; pero cívico, también.
Para una pareja con un hijo con una renta familiar de 28.078 euros, su IRPF será de 1.182€; y si se incrementa un 33% hasta los 37.438 euros, su IRPF se dispara un 435%, hasta los 5.152€
Del IRPF sabemos que grava nuestras rentas, que tiene en cuenta nuestras circunstancias personales y familiares, que es -por tanto- subjetivo, que penaliza muy especialmente las rentas del trabajo/actividad en detrimento de las del ahorro, y, sobre todo, que es progresivo; o sea: que su estructura está llamada a que pague más quien más tiene.
El incremento de la progresividad cabalga hasta los 70.000 euros de renta anual; desde ahí su virulencia, en términos de tipo medio general, se va aplacando hasta llegar al extremo de aplanarse e incluso bajar
Lo de la progresividad no es un capricho de la AEAT, ni tan siquiera del Ministerio o del Parlamento; no. La progresividad es un mandato constitucional y, como tal, debe cumplirse; máxime si me apuran en un impuesto que constituye el pilar de las contribuciones personales para sufragar los gastos públicos.
Bien: asumamos pues con naturalidad la progresividad. Pero, en el sentido desgranado por Ignacio Ruíz-Jarabo en “Impuestos o Libertad”, cabe preguntarse si esa progresividad tiene una evolución/crecimiento constante o si, por el contrario, se focaliza en determinados tramos de renta.
Es la clase media la que soporta el grueso del IRPF, debido a la injusta progresividad
La realidad la ha alumbrado un reciente informe del Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF) que, bajo el título de “Factura fiscal de los hogares españoles”, evidencia que, para una pareja con un hijo, si la renta familiar es de 28.078 euros, su IRPF será de 1.182; mientras que, si su renta se incrementa un 33% (hasta los 37.438 euros), el IRPF lo hace en un 435%, hasta los 5.152 euros. Se refrenda así lo apuntado por Ruíz-Jarabo: que el incremento de la progresividad cabalga -literalmente- hasta los 70.000 euros de renta anual; desde ahí su virulencia, en términos de tipo medio general, se va aplacando hasta llegar al extremo de aplanarse e incluso bajar (el REAF así lo reconoce para contribuyentes sin hijos a partir de los 166.400 euros).
Así pues, más allá de soflamas en uno u otro sentido, la realidad es que es la clase media la que soporta el grueso del IRPF que, mediante esa ácida progresividad, hace con ella una gran caja para, a la vez, socavar sus legítimos anhelos de progreso. #ciudadaNOsúbdito
Publicado en Atlántico, el 19/5/2024.