Los precios del gas natural como materia prima se mantienen en niveles similares a los que cotizaban en el período anterior a la guerra de Ucrania. Recordemos que el gas natural, junto al petróleo, son dos de los elementos que más han impulsado la inflación en los últimos años.

El primer semestre del año 2022 estuvo marcado por unos precios de la energía históricamente altos debido en parte a la guerra de ucrania y al desacople de los envíos por barco (los llamados fletes) que se venían produciendo desde la pandemia en 2020. La principal noticia positiva es que la tendencia de los precios de la energía en 2023 es a la baja, lo que se transmitirá en los siguientes meses en el Índice de Precios al Consumo (IPC). Por el contrario, la inflación subyacente (la que sustrae de su cálculo la volatilidad de los precios de la energía) seguirá en niveles anormalmente altos (para los países desarrollados) debido a que el cliente ya “se ha acostumbrado” a unos costes de producción altos.

Para explicar por qué la inflación subyacente no bajará tenemos que hablar del efecto pluma, que se da en cualquier producto o servicio. Cuando los costes (de producción o regulatorios) de un producto o servicio aumentan, los agentes con poder de precios trasladan rápidamente esas subidas al cliente. Estas subidas se pueden trasladar en el precio o en el volumen de producto (bienes o servicios más reducidos, pero a igual precio). Sin embargo, cuando los costes bajan, los precios no bajan a igual velocidad porque así los agentes comercializadores y productores van ganando el margen entre la bajada de los factores de producción y el precio inflacionado previamente. Este efecto es muy fácil de ver entre el precio del combustible en las gasolineras y la cotización del Brent (índice de referencia para el petróleo en Europa).

Por recordar cómo estábamos en el primer semestre de 2022 y cómo estamos ahora en términos de precios de la energía: el petróleo Brent marcó su máximo desde 2008 en $130 mientras que actualmente cotiza a $77/barril, con una bajada del 40%; el gas natural, que normalmente en España oscilaba entre los 50€ y 100€, llegó a marcar 225€ y ahora cotiza a unos 25€/MWh. También hemos de agradecer a un invierno cálido el hecho de que no haya habido tanta necesidad energética.

Entonces ¿quién ha sido el principal beneficiado del conflicto armado de Ucrania, al menos en términos energéticos? Estados Unidos, sin duda. El país ahora exporta hacia Europa su gas natural, que se cotiza en el país a unos $3-$5/MWh debido a la abundancia por la técnica del fraking para extraer petróleo (y que también como “residuo” extrae gas natural). Lo más flagrante de esto, es que España ha vetado por ley la explotación de gas natural, por temas ecológicos; pero si debe ser ecológico traerlo desde la otra parte del mundo con la huella de transporte que deja. Idea patrocinada por la Agenda 2030.

España en particular, es importador neto de energía. Gracias a su historia y a sus necesidades cuenta con plantas regasificadoras y gasoductos conectados con Marruecos y Argelia para abastecerse. Por ello no ha visto peligrar su consumo por la diversificación de sus importaciones de energía. Al contrario de otros países altamente dependientes de Rusia como Alemania. España al ser importador neto de energía, es altamente sensible a los precios de los hidrocarburos y derivados. Es importante recalcar, que España tiene en su territorio yacimientos de Gas y de Petróleo que no se pueden explotar totalmente porque determinadas actividades de explotación son ilegales.

En definitiva, y sin analizar la política energética de nuestro país que daría para una serie de artículos, el horizonte para la inflación debería ser positivo por la bajada de los precios de la energía que se traduciría en una bajada de precios en general. No será este año sino a mediados del año que viene (si no ocurre nada nuevo) cuando veamos a la inflación situarse en cotas estables en torno al 2% anual.