Lo noticiable de esta pasada semana han sido las propuestas sociales del Partido Popular.

Parece claro que nuestro país está en venta, y, lo cierto es que se veía venir. Coincidirán conmigo en que el reparto de piruletas en un colegio es de las acciones más exitosas para quien quiere contentar, y parece claro que el actual gobierno se quedaba solo en ese reparto hasta ahora.

Pero el tiempo pasa y las estrategias cambian. Ahora van a jugar todos a lo mismo, y ciertamente desde la oposición hasta se pueden prometer sabores arriesgados. Lo sorprendente era semejante nivel en quienes controlan el BOE.

Lo evidente es que ha habido un volantazo, un giro de timón que rompe aquello de la defensa a ultranza de la libertad para sumarse a valores próximos a lo que es la Democracia cristiana, donde el individuo se pone en el centro como principio y fin de todas las acciones. Prima pues la protección al libre mercado.

Vamos a asistir a una carrera infinita de caricias al ciudadano: subidas de pensiones, sueldos y prestaciones; reducción de jornada laboral y/o días de trabajo; incremento de permisos retribuidos; gratuidades generalizadas como matrículas, bonos deportivos; bono cultural, viajes gratuitos …

No sé cómo se encajará esto de puertas adentro, pero lo que si tengo claro es que quien tiene un problema con este nuevo camino del PP es un PSOE que, al abandonar progresivamente, por estrategia, su espacio socialdemócrata sentirá como parte de su base electoral tiene para donde mirar, porque ya hay quien iguale o supere la apuesta, y nos han acostumbrado a eso de “cógelo mientras puedas”

En cuanto a lo que nos afecta a las empresas, creo que hemos interiorizado el nuevo marco laboral que viene, y algunos hasta lo tenemos aplicado. El cambio de paradigma social que se produjo tras la pandemia se está arraigando con fuerza. El concepto “productividad” debe ser redefinido para incorporar también el nivel de satisfacción del factor humano.

Estamos asistiendo a una época excepcional de cambios sociales, que precisa para ser sostenible de mejoras del poder adquisitivo y mayor facilidad a la emancipación, y es ahí donde las regulaciones deben mudar hacia una seguridad jurídica efectiva para propietarios, productores, así como comercializadores y que el acceso a la titularidad de la primera vivienda sea soportable para la mayoría de nuestros jóvenes. Desde las normativas y procedimientos europeos hasta los municipales, a todos hay que darles una flexibilización.

Lo que ya no sé es si la vaca da para tanto, claro que, como en esta nuestra democracia se habilitó eso de “derecho a cambiar de opinión una vez repartidas las cartas”, pues ya nada puede sorprendernos

Ahora que los dos grandes ya no van a confrontar modelos, esto es un decir, vamos a asistir a una carrera infinita de caricias al ciudadano, si es que no ha empezado ya: subidas de pensiones, sueldos y prestaciones; reducción de jornada laboral y/o días de trabajo; incremento de permisos retribuidos; gratuidades generalizadas como matrículas, bonos deportivos; bono cultural, viajes gratuitos …

Hasta aquí todo lo bonito: Lo que ya no sé es si la vaca da para tanto, claro que, como en esta nuestra democracia se habilitó eso de “derecho a cambiar de opinión una vez repartidas las cartas”, pues ya nada puede sorprendernos.

Revertir esta dinámica en plena subasta no parece que lo vayamos a ver, pero ¿y si llega a ser necesario? Nuestros antepasados lo solucionaban con guerras si el hambre no entraba antes, y uno ya no sabe si realmente estamos viviendo una.

Parece claro que el pulso ya está echado. Y en el horizonte se dibuja que lo de Cataluña pronto será historia, y el PNV siempre será el PNV.

¡Solo gana uno!