El candidato socialista formó parte de la comisión negociadora con Puigdemont que cedió la amnistía y la condonación de la deuda a los independentistas catalanes, a costa de perjudicar los intereses de Galicia.
Acaba de arrancar una campaña electoral en la que Galicia se juega mucho más de lo que parece. Solo hay que ver lo que ocurre en España e imaginarse lo que sucederá si la gobernabilidad cae en un cambalache entre la izquierda dirigida por Gómez Besteiro (PSOE), la extrema izquierda capitaneada por Marta Lois (SUMAR) y la ultra-extrema-izquierda-comunista-leninista-nacionalista acaudillada por Ana Pontón (BNG).
Al frente de ese extraño conglomerado de intereses del tripartito gallego de sigue los designios de la “sanchosfera”, que solo vela por los caprichos de Puigdemont y Otegi, aspiraba a situarse un señor de Lugo de cuestionable pasado, José Ramón Gómez Besteiro, al que los gallegos conocemos desde hace muchos años y ya sabíamos que no era más que una buena percha para un cartel, sin nada más debajo que las grabaciones que la jueza Pilar de Lara le sacó con malas artes.
¿Se imaginan lo que harían a diario los medios de comunicación de la “sanchosfera” si Feijoó tuviese en el armario todos los “muertos” que atesora el candidato Gómez?
Aunque el candidato Gómez (Besteiro) intente olvidar su pasado, con la complicidad de los grandes medios como La Voz, el Faro o El País – ¿se imaginan lo que haría el diario izquierdista si Feijoo tuviera en su armario todos los “muertos” que atesora el candidato Gómez? -, los gallegos no olvidamos sus chapuzas urbanísticas, véase el Garañón, cuyo derribo le va a costar una millonada a sus vecinos de Lugo, o la red clientelar que implementó en la Diputación antes de que las sospechas de corrupción le rodeasen por todas partes.
Tras pasar casi una década refugiado en la gestión de intereses privados en lugares que ahora se hallan bajo sospecha, decidió recuperar sus viejas amistades sanchistas para convertirse en su comisario en tierras gallegas. La noticia ha tenido aristas positivas, como la caída en desgracia de Lage Tuñas, pero lo cierto es que la decepción con Besteiro no para de crecer, ni dentro ni fuera de las filas socialistas.
Como delegado de Gobierno, Gómez Besteiro disculpó el retraso injustificable de la obra de construcción de los puentes de la A6 para volver a conectar Galicia con Madrid, los retrasos del AVE, de los trenes Avril y una larga lista de incumplimientos de Sánchez con Galicia.
Tras un fugaz y estéril paso por la Delegación del Gobierno, donde apenas acertó a defender los numerosos ataques de Sánchez y sus ministros contra los intereses de Galicia y los gallegos, decidió huir de la aburrida gira por los pequeños municipios gallegos para dar el salto al Congreso. Fue “premiado”, entiéndase la ironía, con la bajada de un diputado en su circunscripción, pero el aspirante a Kennedy de los socialistas gallegos multiplicó su peloteo hacia un Sánchez ansioso por encontrar un candidato capaz de arrebatar a Alfonso Rueda la herencia de Alberto Núñez Feijoo.
Para eso, el mejor amigo de Puigdemont, le brindó a su patrocinado la mayor cantidad de fotos posible: defensor del uso de las lenguas cooficiales en el Congreso, presidente de la Comisión de Transportes, viaje en tren a Vigo con el ridículo del beso a la locomotora incluida, miembro de la comisión negociadora con Puigdemont para obtener a toda costa los 7 votos del Junts, … Pero todo tenía un precio, que era traicionar una vez más a los gallegos y defender la desigualdad con la que Sánchez pretende blindarse, dando toda clase de prebendas a vascos y catalanes, sobre todo a los catalanes, porque los vascos llevan mucha ventaja.
Cada día que pasa, al candidato Gómez se le ve más preocupado por la posible debacle electoral en Galicia, fruto de sus propios desaciertos y de la delirante deriva de su amado líder Pedro Sánchez.
Besteiro ha cumplido con la misión de adular al líder sin parar y comerse todos los marrones. Pero entre tanta lisonja se ha olvidado de Galicia: Primero anunció un ministro gallego que nunca llegó. Luego, la solución a la reapertura de Alcoa, que en la Mariña lucense saben mejor que nadie que no se producirá. Ahora calla ante la parálisis del proyecto de Altri en Palas de Rei, frenado por sus amigos de La Moncloa. Del retraso eterno de los trenes que cada semana nos prometen él y su amigo el tuitero maleducado, Oscar Puente, que ya salió derrotado de Valladolid, mejor ni acordarnos.
Galicia es la menor de las prioridades de Sánchez y Besteiro cumple con orgullo la labor de no molestar a su líder. Hay quien ya apuesta que ni siquiera dimitirá como diputado cuando el 18 de febrero se consume la debacle del PSOE y obtenga el peor resultado de la historia del partido. Peor incluso que Gonzalo Caballero o su tío Abel.
Besteiro rima con trapalleiro. Y algún parecido hay, porque la maniobra torticera de crear una catástrofe ambiental artificial, apoyada por los medios de la sanchosfera, magnificando el vertido de pellets en aguas portuguesas, quedará para la historia como un ejemplo de cómo un candidato quiere embarrar el terreno de juego para tratar de ganar haciendo trampas.
Una última reflexión. El candidato Gómez formó parte de la comisión que negoció con Puigdemont el impulso de la amnistía y el referéndum de independencia y que cedió el nuevo privilegio de perdonar a Cataluña parte de su considerable deuda pública, cesión que va en contra de los intereses de Galicia. Con esos antecedentes ¿hay algún votante socialista que pueda conciliar el sueño tras votar de nuevo a este palmero de Sánchez el próximo 18 de febrero?
Parece que, una vez más, al igual que sucedió en las elecciones de mayo de 2023, un candidato socialista, el candidato Gómez, será el que pague los platos rotos de los continuos “cambios de opinión” del joker Sánchez. Lo dicho, trapalleiro.