Para que garantizar la convivencia, los ciudadanos debemos respetar las normas y es necesario que exista policía de barrio vigilando que se cumplan. Las normas, sin vigilancia y sanciones, se convierten en papel mojado.
Se prolonga la huelga del servicio de recogida de basuras en La Coruña y las consecuencias se ven y se huelen. A los malos olores y suciedad, hay que añadir el efecto disuasorio que puede producir sobre los coruñeses su colaboración en la recogida selectiva de los residuos de sus hogares, al ver en las calles que su esfuerzo resulta baldío. Tampoco debería olvidar el gobierno de María Pita la impresión que perciben de nuestra ciudad los visitantes.
El problema de este servicio viene de lejos, sin que observemos en la alcaldía la capacidad resolutiva necesaria. Eso sí, el ciudadano paga las tasas municipales por la prestación de un servicio que no recibe satisfactoriamente.
Se prolonga la huelga de basura y se han empezado a quemar contenedores de basura por las noches de forma impune
En estrecha relación con lo dicho se encuentra el estado de la Plaza María Pita: sus soportales son aliviadero de mascotas, gaviotas y palomas -no hay más que dar un paseo para verlo-; el pavimento, sometido a frecuentes reparaciones por la entrada de vehículos de gran tonelaje para la instalación de escenarios que perturban su armonía, cuando el Parrote sería el lugar adecuado para esos eventos; los efluvios desagradables en las entradas al aparcamiento, aliviadero habitual de noctámbulos.
Camiones de gran tonelaje destrozan el pavimento de la Plaza de María Pita bajo la atenta mirada de la policía municipal que vigila el edificio municipal
El estado de conservación de las terrazas de la Plaza María Pita resulta lamentable: herrumbrosas, esmaltes deteriorados, cristales rotos, los faldones de los cerramientos despegados de la estructura…, pero lo más llamativo es que las concesiones vencieron el año 2022.
A estos reproches concretos sobre lugar tan emblemático, habría que añadir otros. Me referiré, únicamente, al comportamiento, muy frecuente, de los usuarios de patinetes y bicicletas: sin casco; sin respetar las direcciones de los carriles de ida y vuelta; transportando cosas, incluso a un colega; circulando por zonas estrictamente peatonales, como aceras y determinadas calles; …
Muchos usuarios de bicicletas y patinetes incumplen las normas de circulación y causan una gran sensación de indefensión a los peatones y a los conductores de otros vehículos
Para que la convivencia sea grata, los ciudadanos debemos respetar las normas que la regulan, pero este ideal no siempre es posible. ¿Dónde está la policía municipal de barrio que corrija y sancione, cuando proceda, a quienes perturban la vida de sus convecinos? Ha desaparecido de nuestras calles, para solaz de los incivilizados.
Normas, sí, pero sin vigilancia y sanciones se convierten en papel mojado. Esto no es limitar la libertad, sino promover la convivencia pacífica.