¿Es posible que un hongo esté controlando la mente de los seres humanos en forma de agenda global, de guerra cultural, de la tecnología, del transhumanismo, del miedo, de la propaganda y el populismo?

Hubo una época en la que las productoras de cine vieron en las películas de zombis un verdadero filón.  Fue un género de consumo masivo que llegó a ganarse el respeto cuando la crítica empezó a tomárselo en serio. Buenas o bodrios, ahí están. Son historia de nuestro cine. Lo curioso es que, después de tanto tiempo, yo haya vuelto al género empezado a ver, no una película, sino toda una serie de nueve capítulos. 

Pues ahí estamos, con “The  last of us”.  Entre muertos vivientes, apocalipsis y mordiscos salvajes. Los tres primeros capítulos tienen un pase. Veremos al final. Pero la razón para darle una oportunidad fue su escena inicial. Apenas cuatro minutos fascinantes, que tengo que agradecer tragándome toda la serie. Lo mismo pasa con “A sangre y fuego”, (Chaves Nogales); solo por el prólogo, merece la pena leerlo. Lo mejor que se ha escrito en España sobre nuestra guerra civil. 

En The Last of Us un hongo es capaz de controlar a los seres humanos, sometiendo su mente a su antojo

Volviendo a los come-hombres. En la primera escena, un presentador de televisión pregunta a dos investigadores sobre sus preocupaciones ante una posible expansión de una pandemia viral. Para uno de ellos, el mayor temor sería el desarrollo de una epidemia global por contagio aéreo, de manera que todo el mundo enfermara a la vez. Al otro, sin embargo, no le preocupaban en absoluto las bacterias ni los microorganismos, ya que habiendo estado siempre en guerra con ellos, al final, la humanidad siempre acababa venciéndolos. 

Seguidamente, y ante el asombro del presentador, afirmó que lo que de verdad le inquietaban eran los aparentemente inofensivos hongos. Porque, aunque la elevada temperatura del cuerpo humano impidiese una potencial infección fúngica, habría determinados hongos que sí podían invadir otros organismos más calientes, como el de las hormigas. Y no tratando de matarlas, sino de controlarlas. 

¿Puede ser posible que el hongo que vuelve macarras a los humanos en “The  last of us” estuviera ya intentando manipular nuestras mentes al antojo de intereses de élites hoy desconocidas?

Los virus, decía, enferman, pero los hongos pueden alterar la mente. Viajan por el sistema nervioso hasta llegar al cerebro para llenarlo de alucinógenos, sometiendo la mente a su antojo. Gobiernan la voluntad indicándole a dónde ir, qué hacer, … La come por dentro, pero no hasta la muerte. La mantiene viva, como a una marioneta. Si eso mismo llegara a pasar en los humanos, advertía, miles de millones de personas estarían controladas, enfocadas a un mismo objetivo, manejadas al capricho ajeno. 

¿No podría ser que el hongo que vuelve macarras a los humanos en “The  last of us” estuviera ya intentando manipular nuestras mentes al antojo de intereses de élites hoy desconocidas? No en forma de champiñón, claro, pero sí en forma de agenda global, de guerra cultural, de la tecnología, del transhumanismo, del miedo, de la propaganda y el populismo, ¿de chips?, ¿de vacunas? Convertidos en zombis a su capricho.