En primer lugar, admitir mi error al considerar que el actual PSOE no saldría de estas elecciones con los resultados obtenidos, aumentando incluso los 120 diputados que poseía. Los ciudadanos han ejercido su derecho a voto en las condiciones que fuese y el resultado ha sido que los pronósticos demoscópicos no han acertado, incluido el de Tezanos. En las circunstancias actuales y con esta ley electoral nada que objetar.

Es de admirar la resistencia del actual presidente del Gobierno que ha logrado lo que el denominaba “remontada”. ¿Qué ha sucedido? En mi opinión, varias circunstancias: la ausencia del Feijóo en el último debate, el error en el tema de las pensiones y el miedo a que gobernase con Vox al que se ha demonizado.

En el aspecto contrario, el triunfo del PP es incuestionable. Remontar desde 89 a 136 diputados, es algo que no se recuerda en ningún proceso electoral. El centro político ha perdido al no tener aliados a su derecha dado el “maquillaje” o barniz con el que quiere adornarse el PNV, un partido ultraconservador al que solo les vale poner la mano y cuidarse de no perder la gobernabilidad en su territorio seriamente amenazado por Bildu. No lo perderá, ya que el PSOE y ellos se apoyarán mutuamente.

La anomalía electoral a la que me refiero no trata sobre los resultados obtenidos, que ni se me ocurre cuestionarlos. Mi opinión y crítica está en la propia Ley que permite que un partido como el BNG necesite 152.327 votos y Coalición Canaria 114.718 para lograr un diputado, en tanto que a los catalanes y vascos con navarros les baste con 55.000. Todo ello con base en la territorialidad.

Si nos fijásemos en lo que es la derecha y la izquierda clásica PP + VOX (11.125.580 votos) y PSOE + SUMAR (10.774.976), nos encontraríamos que los primeros ganaron con una diferencia de 350.604 votos. Es decir, la izquierda + derecha suman casi 21.000.000 de votos, en tanto que los siete partidos restantes no alcanzan el 1.800.000.

El PSOE está en condiciones de volver a gobernar con la diferencia de 1 solo diputado (172 a 171) en la actual composición de los grupos y la posible abstención de Junts. Difícil papeleta que sin duda tendrá un alto precio. Las alianzas están reguladas y admitidas en la Ley Electoral y nada tienen de ilegales, aunque su moralidad se encuentre discutida. Otros países de nuestro entorno recurren a otras formas como la segunda vuelta (Francia) o premiar a la lista más votada con un número de diputados (Grecia) incluso un sistema mixto en países europeos

Dicho esto, ninguna objeción por mi parte al resultado de las urnas y solo desear que la polarización del voto no haga imposible la normal gobernabilidad de la España actual.