En plena campaña electoral antes de las elecciones generales del domingo 23 de Julio el partido Sumar, encabezado por Yolanda Díaz y de corte socialista en el plano económico, anunció a bombo y platillo lo que es su medida estrella en su programa de gobierno. Esta medida a la que llaman “herencia universal” se cristaliza en que según todos los jóvenes (no se especifica nacionalidad ni criterios de censo) cumplan los 18 años, recibirá 20.000€ en una transferencia del Estado.
Es curioso que el programa económico de Sumar evite volver a la indemnización por despido de 45 días, pero si aboga por trabajar menos: recortando la jornada legal semanal de 40 a 37,5 horas semanales en 2024. Pero volviendo a su medida estrella, la de soltar 20.000€ a cada joven que entre en la edad adulta, vamos a analizar económicamente cómo se puede financiar esta partida de gasto.
En primer lugar, hay que asumir como población elegible a ser subvencionada la que contiene a todo joven censado en España que puede cumplir los 18 años. En segundo lugar, se desconoce el motivo de que sean 20.000€ y no 15.000€ o 25.000€. En tercer lugar, se desconoce el motivo de que los elegibles a recibir la paguita sean los que cumplan los 18 años y no los que cumplan 20, 37 o 41. En cuarto lugar, se enuncia como propósito de la media que el dinero vaya destinado a “formarse o a emprendimiento”.
Una vez asumidos los parámetros básicos de esta propuesta, vamos a ver como se financia. Según Yolanda Díaz esta paguita será sufragada con un “nuevo impuesto a los ricos”. La paguita costaría unos 8.000€, según Sumar, que tendrían que venir de un aumento de la presión fiscal en el entorno del 0,8% del PIB. Hasta aquí todo bien, hasta me plantearía votarla si no tuviera el criterio de contrastar todo lo que dice un político.
Vamos a hablar de números. Si la paguita de entrada en la edad adulta se pusiera en vigor el próximo 1 de enero de 2024, se beneficiarían de ella los nacidos en 2006. Si vamos a los registros del Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2006 nacieron en España 482.957 niños y supongamos que no ha habido saldo migratorio positivo (que haya más inmigración que emigración) para ese grupo de edad. Por lo que si multiplicamos 482.957 chavales por 20.000 lereles nos da 9.659 millones de euros. Una desviación de unos 1.600 millones sobre el presupuesto de Sumar o un 20% de diferencia. Que Dios nos pille confesados si éstos tienen que hacer presupuestos con las oscilaciones en sus previsiones.
Ya sabemos que muchas personalidades políticas actuales afirman que el dinero público no es de nadie; como votante es difícil pedirles calidad en la gestión si se parte ya en desde esta premisa. Pero sigamos con los números. Hacienda ingresó en el ejercicio 2022 unos 255.463 millones de euros. Si hubiera que recaudar 9.659 millones de euros más supondría subir los impuestos un 3,7%. Bueno hay brotes verdes, como dijo la actual responsable de la cartera de hacienda María Jesús Montero esta desviación son dos duros “Lo he dicho siempre chiqui, son 1.200 millones, eso es poco. Eso quitas o pones una parte del presupuesto”.
Y por último ya entramos en un tema de moralidad por el cual cómo le tiene que sentar a la población española una transferencia de renta de toda la población en edad de trabajar a los que se van a incorporar ahora al mercado laboral. En vez de un uso adecuado de esos fondos, que se yo, para educación, crecimiento, económico, emancipación, etc.
En definitiva, ante cualquier idea política el votante tiene que contrastarla para poder llegar a un entendimiento y poder exigir así a la clase política. El problema es que en España se suele votar por emociones y clientelismo. También este tema es especialmente sensible puesto que, en mi caso particular, pertenezco a una generación (la que se ubica entre los 25 y 35 años de edad) que es la que se comió la crisis de 2008-2014 sin recibir ninguna ayuda, tenemos que pagar las pensiones de los que se pudieron comprar una casa antes de los 30 años y podría ser que tuviéramos que pagar los 20.000€ que recibirían los de 18.
Lo siento, pero no deseo contribuir con la esperanza de que terceros se ocupen de mi bienestar, sino ser responsable del bienestar que yo desee tener.