Ganar un litigio a Hacienda puede suponer un quebradero de cabeza para el contribuyente

Javier Gómez Taboada

Abogado tributarista

Socio de MAIO LEGAL (www.maiolegal.com)

Hace apenas unos días, en un programa de radio, me entrevistaban sobre qué debe hacer un contribuyente (ya sea una persona física, ya jurídica) una vez ganado un pleito a la Administración tributaria. Lo primero que aclaré -para disipar dudas-, y que ahora aquí repito, es que, en contra de lo que la leyenda tiende a afirmar, Hacienda (ya sea la estatal, la autonómica o la municipal) no siempre tiene razón; es más, de media, se puede afirmar que la estatal pierde +/- el 50% de sus pleitos, y las autonómicas, generalizando, bastante más que ese porcentaje (de las locales, dado su ingente y variopinto número, no hay datos).

La administración tributaria estatal pierde la mitad de los pleitos y las haciendas autonómicas pierden un porcentaje incluso superior a la mitad de los litigios

Una vez sentado eso, expuse algo quizá desconocido para todos aquellos cuya vida (afortunadamente para ellos) transcurre extramuros del “friki” universo tributario: ganar un litigio a Hacienda, siempre es -eso es indudable- una victoria y como tal debemos interpretarla; pero la cuestión es si es “una” victoria o es “la” victoria. O si se prefiere plantearlo en términos bélicos: ese litigio, ¿es una batalla o, por el contrario, es la guerra?

El interrogante no es menor; máxime considerando que últimamente se están prodigando escenarios que -no exentos de ciertas patologías- conducen a los contribuyentes a situaciones muy complicadas: me refiero a casos en los que, mediando un pronunciamiento favorable al contribuyente, Hacienda se siente legitimada para volver sobre sus pasos, bien mediante una retroacción de actuaciones, bien con un nuevo intento (conocido, en el argot, como “segundo tiro”).

Cuando Hacienda pierde un litigio, se siente legitimada para volver sobre sus pasos o a abordar un nuevo intento de perjudicar al contribuyente, lo que se conoce como “segundo tiro”

Piénsese que, en esa nueva vuelta de tuerca, las capacidades de defensa del contribuyente merman, su posición puede verse hasta económicamente perjudicada (ya sólo por el juego de los intereses de demora, cuyo devengo sigue corriendo), la prescripción se dilata como un chicle, el principio de buena administración queda más que cuestionado, los plazos máximos de los procedimientos son papel mojado, … Todo muy edificante, ¿no? Más aún si consideramos que, en no pocos casos, todo ello es por no causar indefensión a ese sufrido ciudadano. ¡Qué paradoja!

La proliferación de estas situaciones (en su día, casos de laboratorio; hoy ya moneda casi corriente), y la lógica inquietud que generan en sus involuntarios protagonistas, está provocando, tal y como advertí en esa entrevista, un fenómeno del todo paranormal: los profesionales del asesoramiento tributario ya estamos contemplando como “normal” recomendar a nuestros clientes que recurran esas resoluciones favorables con las que ganaron esos pleitos; precisamente, por interpretar que es “una” victoria y no “la” victoria. Que es un punto y seguido que podría dar pie a un nuevo capítulo en su particular culebrón con Hacienda.

Cuando un contribuyente gana un pleito a Hacienda, puede suponer un punto y seguido que puede dar lugar a un nuevo capítulo en el “culebrón” con la administración tributaria

Llegados a este punto debemos recordar, por obvio que sea, que el Derecho es una creación íntegramente humana; no es, pues, algo que esté en la naturaleza y que, como tal, sea indomable. O sea que, si el Derecho crea estos laberintos, deberíamos reiniciar el sistema. En Salamanca aprendí que el Derecho, en esencia, debe ser la mera codificación del sentido común. Pero si ha adquirido vida propia y genera estos bucles, ¿no será hora de parar y reflexionar sobre éste del todo sinsentido? Yo diría que sí. 

#ciudadaNOsúbdito

Publicado Atlántico Diario el domingo 29/9/2024.