Los datos revisados del primer trimestre del año para la economía germana arrojan un decrecimiento del 0,3% en su Producto Interior Bruto (PIB) y si contamos desde el verano su PIB cae un 1% sin que haya perspectivas de mejora.

En economía se llama recesión técnica cuando un país acumula dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo en su PIB. Puede ser que la recesión sea en términos reales o nominales; en términos nominales hablamos de un crecimiento comparando la cifra de un trimestre contra otro, mientras que en términos reales, comparamos dicha cifra y adicionalmente se le resta la inflación. Por lo tanto, Alemania tanto en términos reales como nominales se encuentra en recesión técnica.

Este dato es una relativa sorpresa puesto que órgano federal alemán Destatis revisó el dato relativo al primer trimestre del año. En ese trimestre se publicó un estancamiento (0%) y tras un análisis exhaustivo, se ha publicado el dato revisado en el citado crecimiento del -0,3%. Hay que tener en cuenta que Alemania está financiando una guerra a sus puertas y que,
debido a los precios de la energía, la cifra de recesión podría haber sido peor si no hubiera sido por las anormales cálidas temperaturas de este invierno.

Remontándonos a la buena relación que mantenía la excanciller alemana Angela Merkel con su homólogo ruso Vladimir Putín, ambos países han tenido fructificas relaciones comerciales que se frenaron abruptamente como desencadenante de la Guerra en Ucrania. Alemania es una economía eminentemente exportadora, con un sector manufacturero muy importante. La eliminación de uno de sus mayores socios comerciales por la Guerra de Ucrania ha hecho que en particular, el sector manufacturero se resienta perjudicando a toda la cadena de valor.

Dentro de lo que cabe la recesión en Alemania no es algo extremadamente grave. Realmente es más grave para los países del Sur de Europa que para Alemania en sí misma, pues Alemania es el canario en la mina. Y es que Alemania es un indicador adelantado de lo que puede suceder en Europa en el futuro. Afortunadamente para ellos, sus niveles de deuda son muy inferiores a otros países y su población tiene una estricta cultura de control presupuestario; por lo tanto, tendrán flexibilidad en el caso de una recesión. No será el caso de países como Portugal, Italia, Grecia o España (Los PIGS o cerdos, por el acrónimo de sus nombres en inglés) que, debido a su elevado endeudamiento y el escaso ahorro de su población, tendrán muchos más problemas que Alemania y tendrán que afrontar numerosos recortes en su estructura pública.

El principal catalizador positivo para el mundo a nivel económico actualmente es la reapertura China tras el cierre postCovid. Si bien es cierto que las cadenas logísticas cambiarán para no tener tanta dependencia del país asiático, su importante demanda ayudará a la estabilización de precios de las principales materias primas, así como la vuelta a la normalidad en el comercio a nivel global. Otro catalizador positivo económicamente hablando podría ser el final de la Guerra de Ucrania, conflicto que se está enquistando y que parece abocado a una mesa de negociación para que los rusos no utilicen sus petardos
nucleares.

Si vemos ahora los catalizadores económicos negativos tenemos los de siempre: deuda alta, subida de tipos de interés que elevan los costes de financiación, inflación, etc. Por lo que en esta balanza los principales factores que determinarán si Europa entra en recesión o no son el miedo y la confianza. Esto es debido a que quien sostiene las economías europeas es el consumo privado, a mayor confianza mayor consumo; con un funcionamiento inverso ante el miedo. Por ello todavía los diferentes Gobiernos están a tiempo de incentivar el consumo mediante I) bajadas de impuestos, II) seguridad jurídica y III) sentido común. Parece que la población tiene muy reciente el confinamiento y se quiere regalar por encima de sus posibilidades, veremos cuánto aguanta esa actitud.