Reflexión de un usuario de la sanidad pública tras estar ingresado en el CHUAC.
Como es de bien nacido ser agradecido, tengo que agradecer a los profesionales del CHUAC (por extensión a quienes trabajan para la Seguridad Social), porque vengo de estar ingresado cuatro noches, resultado de una epilepsia provocada por la herencia de un ictus y una infección dental.
Atención médica, alojamiento, manutención, y servicio de enfermería. Total 0 euros. Podemos argumentar que llevamos pagándolo toda nuestra vida laboral, y es cierto. Pero el sistema español es un sistema distributivo de reparto, no inversor como los nórdicos. Es decir, no ingresan las aportaciones en inversiones, como si fuese la bolsa. Lo que a su vez supondría ponerlo a riesgo de subidas o bajadas. Sino que los ingresos se destinan a distribuirlos entre las partidas de gastos, financiando los costes del sistema.
La sanidad pública se está financiando con la emisión de deuda pública y eso lo van a pagar nuestros hijos.
Las aportaciones individuales son insuficientes para financiar el gasto total de cada uno de nosotros. Por lo tanto, como con otros gastos, estamos recurriendo a la deuda pública. Deuda a largo plazo. Es lo que se llama patada hacia delante: Es decir, estamos haciendo que esa deuda la paguen nuestros hijos, lo que debe ser reservado a gastos estructurales o, mejor dicho, inversiones a largo plazo.
Invertimos todos los años en un sistema que protege a todos los españoles.
Esta es una reflexión que debemos hacer cuando critiquemos el nivel de atención que recibimos por nuestro sistema sanitario, pues no estamos hablando de cosas menores. Nuestros abuelos hicieron lo opuesto y nosotros hemos recibido infraestructuras saneadas, sobre las que hemos ido construyendo las que tenemos.
Ser responsables supone seguir criterios a veces menos cómodos, pero sostenibles en el tiempo.
Al salir del hospital, me subo al coche y enciendo la radio. Todavía estamos en plazo para pagar el IRPF y escucho que la presión fiscal en España este año alcanza el 39%; habrá quien se queje. En mi opinión es un dato que nos sitúa como potencia económica y sociedad solidaria. Algo que envidiaríamos si lo escuchásemos de otro país. No acabamos de valorar lo propio.
Invertimos todos los años en un sistema que protege a todos los españoles.