Una sociedad avanzada demuestra consciencia por todo lo que le rodea y los animales son la proyección de todo lo que amamos y tememos.

Normalmente esta tribuna suele informar sobre economía y finanzas, pero navegando por internet recientemente, ha aparecido una campaña publicitaria de la Xunta de Galicia sobre “adoptar con responsabilidad”. Por poner en contexto, las adopciones y las compras de mascotas se han multiplicado en los últimos años. Una deducción de este aumento se puede enmarcar en la imposibilidad de los españoles de poder mantener una descendencia por razones meramente económicas. A veces, a modo de “parche”, las mascotas suplen esa búsqueda de responsabilidad y de cariño que tantas personas no pueden afrontar por la situación económica del país.

Esto no quita que haya muchas personas que acogen animales sin mayor objeto que darles un bienestar mayor al que reciben en centros de internamiento o sueltos en la propia naturaleza. También existe otro porcentaje de población que, una vez adoptado/comprado un animal, lo vuelve a abandonar porque la realidad entra en conflicto con el mapa mental que tenían previamente: no se recibe el cariño esperado de la mascota, descubren que los animales tienen un sistema excretor que funciona periódicamente y que, unido a la necesidad de actividad, hacen que haya que dedicarle tiempo, así como el conflicto que surge en las vacaciones y que se resuelve siempre en detrimento del animal.

Con todos estos datos en mente, la Xunta de Galicia ha lanzado una campaña en la que se llama a adoptar con responsabilidad, sobre todo la campaña pone especial énfasis en los perros. Lo llamativo es que, salvo que vivas en el campo, las ciudades no están preparadas para animales de compañía. Y no es necesario construir infraestructuras ni invertir ni un euro, es un ejemplo de convivencia. Las sociedades más desarrolladas, las nórdicas y anglo-germánicas, tienen una mentalidad abierta que implica que los animales pueden acompañar a sus dueños allá donde vayan.

Esta mentalidad del norte de Europa tiene una doble vertiente y es que si el animal puede acompañar al dueño donde éste vaya, el dueño se tiene que encargar de la educación del animal para no causar ningún tipo de perjuicio a terceros. Así, nos encontramos que, en España, no podemos exigir una convivencia en las ciudades entre animales y humanos, si los dueños de los animales no se implican en la educación de éstos. Ya no solo hablamos de los problemas de heces y orines, sino en el comportamiento entre animales que puede molestar a humanos.

Las sociedades más desarrolladas, las nórdicas y anglo-germánicas, tienen una mentalidad abierta que implica que los animales pueden acompañar a sus dueños allá donde vayan.

Centrando el tema en los perros, aquí es donde hay que hablar de las diferentes razas y tamaños. Existe la consciencia general de que determinadas razas necesitan un mayor cuidado, atención y educación. Normalmente los perros de más de 30 kilos. Pero se tiende a pensar que un perro de menos de 15 kilos no necesita una educación, porque no puede causar un perjuicio a nadie y esto es erróneo. Los perros de menos de 15 kilos son los responsables, en segundo término, porque los principales responsables son los dueños, de la inmensa mayoría de deyecciones que se pueden ver en las ciudades.

No solamente se puede atinar con los responsables de las deyecciones que se ven en las calles, sino también con el grupo social al que suelen pertenecer esos perros. Mujeres mayores de 50 años que disfrutan de la compañía del animal, y que sea también un animal con una relación óptima entre afecto y tiempo empleado en su cuidado. Y al final las deyecciones, junto con el comportamiento del animal en espacios públicos, constituyen las razones más importantes para limitar la convivencia entre humanos y animales.

Por ello, la política más sencilla para limitar los orines y las heces de los animales es, por un lado, aumentar las multas para los dueños que no recogen/limpian los excrementos y orines de sus mascotas y, por otro lado, la creación de zonas en parques en los que los perros puedan tener esparcimiento. Otra política para implementar entre los ayuntamientos y los dueños es que los perros puedan estar libres sin correa; pero, para eso, se tiene que llevar a cabo de una educación previa por parte de los dueños, para que haya una correcta convivencia.

A principios del pasado mes de noviembre, una iniciativa ciudadana entregó 3.500 firmas en el Ayuntamiento de A Coruña para solicitar una correcta convivencia entre humanos y animales, en el que se recojan las responsabilidades tanto de los ayuntamientos como de los dueños de las mascotas. Al final no queremos plantear nada nuevo, sino implementar las políticas que se llevan a cabo en diferentes ciudades avanzadas socialmente en Europa.

Como en toda política, hay una parte de competencias que recaen sobre los ayuntamientos, otras sobre las diputaciones y otras sobre la Xunta de Galicia. De nada sirve una campaña, si luego a tu mascota no la puedes sacar de casa. Pero al final el sentido común lo que pide es que haya una convivencia correcta, sin que haya que gastar un euro del erario en políticas que la faciliten. Una sociedad avanzada demuestra consciencia por todo lo que le rodea y los animales son la proyección de todo lo que amamos y tememos.