Ha recaudado 4.042 millones menos de los que ha presupuestado para 2023 y 1.684 millones menos que en el ejercicio de 2022
A inicios de este mes de Julio, la Agencia Tributaria presentaba las cifras más importantes de la campaña de la renta correspondiente al ejercicio 2023, que se produce en el primer semestre del año 2024. Con los datos en la mano, la Agencia Tributaria ha conseguido cosechar 3.216 millones de euros, lo que supone un 55% menos de los 7.258 millones de euros que tenía presupuestados. Esta cifra de recaudación también es menor que los 4.900 millones de euros recaudados en el ejercicio 2022, concretamente un 34% menos.
Imagine el lector que está realizando el presupuesto del año en su hogar y que se da cuenta que ha ingresado un 55% menos de lo que preveía. Y todo esto con los gastos subiendo. Un 55% de desviación es mucha desviación, y más cuando no se puede achacar a ningún evento de fuerza mayor como fue la pandemia. Que el Estado deje de ingresar 4.000 millones de euros implica que:
- O tiene que recortar 4.000 millones de euros de gasto público o
- Se tendrá que endeudar por ese importe.
Todos sabemos que la opción elegida será la más irresponsable con las generaciones venideras.
En España hay 3 millones de personas que cotizan más de 70.000€ por lo que, de media, el Estado les sustrae la mitad de lo generado en impuestos directos
En las cifras de la campaña tributaria sobresale que se han presentado un total de 24 millones de declaraciones, lo que es un 5% más que un año antes. Hay más declarantes o cotizantes pero las cifras están lejos, muy lejos, de lo presupuestado. Entonces, ¿a qué se debe esta bajada en la recaudación? ¿Cómo es posible unos datos tan desviados?
El lector tiene que saber que la fiesta en España la pagan 3 millones de personas. De unos 48 millones de habitantes, de los cuales trabajan aproximadamente la mitad y que, de esos 24 millones, casi 4 son funcionarios. Existen 3 millones de personas que aportan con sus impuestos para que los chiringuitos públicos de este país se mantengan. Estos 3 millones de personas cotizan más de 70.000€ por lo que, de media, el Estado les sustrae la mitad de lo generado en impuestos directos.
Desde la pandemia, se han multiplicado el cambio de domicilio fiscal de los grandes contribuyentes para escapar del enorme esfuerzo fiscal al que les somete el Estado y un tercio se lo está planteando
La narrativa oficial dice que “quien más tiene, más tiene que solidarizarse” y se puede estar de acuerdo siempre y cuando haya un retorno por lo aportado. Manifiestamente, en España no existe ese retorno al haber una gran ineficiencia en el sector público. Estos grandes contribuyentes se dan cuenta de esta situación por lo que, desde la pandemia, se han multiplicado los cambios de domicilio fiscal de estas personas para salvaguardar lo que generan.
Lo que habría que preguntarse aquí es ¿qué sucedería si estos 3 millones de personas que sustentan la economía, dejan de trabajar porque no les sale rentable? Pues que el chiringuito se cae. Ya con su trabajo las cifras de la contabilidad nacional no cuadran, puesto que hay más gasto público que ingreso público y a esto hay que añadir un éxodo de las personas que se pueden deslocalizar. De esos 3 millones de personas hay muchos casos que, por su situación particular, no se pueden deslocalizar, pero aproximadamente una tercera parte de estos grandes cotizantes al menos ya han dado el paso de planteárselo.
En España hay más cotizantes, pero no se recauda más porque los nuevo cotizantes que se incorporan al mercado laboral tienen sueldos inferiores incluso a las pensiones que reciben los jubilados
La consecuencia las vemos en la campaña de la renta, porque haya más cotizantes no se recauda más; puesto que los nuevo cotizantes que se incorporan al mercado laboral tienen sueldos inferiores incluso a las pensiones que reciben los jubilados. La gran diferencia este año es que hay grandes cotizantes que han salido del país por lo que la bajada en un 55% responde mayoritariamente a este punto. Podría darse el caso en el que el gobierno hubiera deflactado el IRPF con la inflación, y así podrían haber disminuido los ingresos públicos; pero no ha sido el caso.
Invito al lector a que realice en una hoja de cálculo digital o con papel y boli la contabilidad de su hogar durante un año. Prestando especial atención a cuánto paga de impuestos directos (IRPF y Seguridad Social), así como impuestos indirectos: impuestos de carburante, IVA, impuesto de matriculación, etc. Y con ello se daría cuenta que, de media, independientemente de su renta, el ciudadano paga cerca del 60% de su salario en impuestos.
En España, de media, independientemente de su renta, el ciudadano paga cerca del 60% de su salario en impuestos directos e indirectos
La metáfora de los impuestos la ilustró el dictador comunista de la URSS, Josef Stalin: si a una gallina le arrancas todas las plumas de una vez, ésta huye; sin embargo, si a una gallina le das un poco de maíz y vas quitándole una pluma de cada vez ésta ni se entera y, además, la haces dependiente. Esta es la situación que está viviendo España y que se reproduce en otros países. El Estado proporciona migajas a cambio de desplumar al pueblo. Y cuando el pueblo se revuelve, sus protestas son catalogadas como inmorales, insolidarias o radicales, porque el Estado se ha arrogado la narrativa y ha logrado que sus ciudadanos carezcan de espíritu crítico.